Los coreanos, siguiendo una tradición milenaria, han decidido conquistar al público español a través de su estómago. El espectáculo “Nanta. Cookin'” se deja querer por nuestras papilas gustativas mezclando música y movimiento. Su cocina presenta un ambiente de fogones humorísticos, cercano, con sonidos que se integran en una dinámica de movimiento divertido. Su música, lograda con utensilios que forman parte de cualquier ambiente culinario, ofrece al espectador una dimensión nueva de sonido, donde la imaginación y el buen hacer son lo condimentos esenciales de un guiso apetecible a cualquier hora del día.
Estos cocineros musicales, artistas inquietos de los cuchillos y los tambores, se presentan como niños revoltosos de la gastronomía, creadores de un menú sonoro que no empalaga.
Quien iba a decirles que su debut internacional, en el Festival Fringe de Edimburgo de 1999, no sólo les daría un premio a la Mejor Actuación, sino que los convertiría en un espectáculo referente de la cultura musical coreana. Durante el tiempo que dura su fabricación de ritmos comestibles se mezclan sonidos de cuchillos con tambores ansiosos por meter bulla, contagiando su comicidad. Es un espectáculo que promueve el acercamiento cultural en un diálogo entendible por todos. Las melodías coreanas de cuarteto denominadas Samulnori se combinan con formas de música moderna en un lenguaje universal. La superación de barreras idiomáticas, al basarse en la música, asegura un impacto global.
El sabor del sonido que se obtiene proporciona a “Nanta. Cookin'” un aire étnico que apuesta por la integración cultural. Innova y sorprende; es poderoso, y juguetón, lanzado como una bomba sobre espectadores sorprendidos por su originalidad. Hace pasar momentos divertidos con la cocina como teatro de operaciones. Los ritmos percusivos creados con latas, bidones, cuchillos, mesas, papeleras o gorros de cocinero sirven para generar una dinámica sonora con distintos sabores y texturas. En esta peculiar cocina, las verduras se cortan con una rapidez prestidigitadora para transformarse en magia asombrosa; estallan en rebanadas, más rápidas que el sonido, creando una explosión de fuegos artificiales. El Baile de Tambores a Tres es fuerza y movimiento con aroma oriental; la traca final, un espectáculo en el que los sonidos logrados con utensilios de cocina son un mural cómico de la representación musical coreana.