La solidaridad abrió una tarde blues y rock en Carabanchel. El dúo formado por Vanexxa y Patacho mezcló música con reflexión bajo letras tan ácidas como reales. El fundador de Glutamato Ye-Yé, junto al vocalista Iñaki Fernández, rompió un lanza en favor de la libertad. Antes de cantar, respaldó a César Strawberry (cantante de Def con Dos) mientras la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo lo ha condenado a un año de prisión por lanzar mensajes humillantes que “alimentan el discurso del odio, legitiman el terrorismo como fórmula de solución de los conflictos sociales”. La palabra se rebate con la palabra no con la ley mordaza y la tristeza con la música.
En un gesto de comunión inesperada con estas palabras, sonó “El rock de la cárcel” entre el público que se acercó al Centro Cultural Lázaro Carreter. Sonrisas y buen rollo durante el comienzo de una actuación dedicada a César.
Las música de los madrileños dibujó canciones con sabor a poesía escrita para no para exhibirse en las librerías sino para dejarse escuchar y repensar sus letras. Hablan de lo común: de la gente, de sus problemas en el trabajo, de sus sueños y frustraciones; de la verdad que no se camufla. Son músicos de carretera, de los que les gusta involucrar a las personas en sus temas. El sonido potente de la guitarra habló con delicadeza mientras la letra formó versos en los que la denuncia se hizo portavoz de la realidad desnuda. La actuación fue un ensayo abierto, exento del nerviosismo que se oculta en el directo hermético. La complicidad del público entregado hizo el resto.
La música de Luis Auserón es innovadora e incisiva, rica en texturas suaves y matices reconocibles. Después de cuatro años en letargo, surge como una mariposa que desea volar alto en la música española, con el mismo sabor personal de siempre. El menor de los hermanos Auserón acercó su nuevo trabajo “Lógica y proporción” a entornos populares, amante de la cercanía. Acompañado por Fernando Macaya, se presentó en un escenario desangelado, con olor a acústico, entre amigos. Las canciones, canallas y universales, fueron goteando ese dolor controlado que no hace daño mientras incide en el alma; tampoco impidió que el cuerpo se moviera entre contorneos rítmicos. La música articuló una doble vertiente amarga y divertida.
Luis Auserón es un perro viejo, inquieto por la necesidad de emocionar con sus canciones y sentirse reconfortado interiormente. La voz rota invitó a una noche con sabor a garito clandestino. Su mirada dice mucho sin parpadear, dejando caer con estilo un “he vuelto sin haberme ido” permanente. La voz de Vanexxa acarició el recuerdo a Enrique Sierra, amigo, compañero y alma de Radio Futura.
El rostro de este cantautor, que supo beber de la Movida madrileña, delata muchos kilómetros de carretera, recordados por cicatrices musicales. Su sonido convenció en Carabanchel; entró en la cabeza de un público agradecido.
El nuevo disco habla del recuerdo y la mirada puesta en el horizonte del que siempre se esperan sorpresas. La aparición del roquero Luis Lobo Negro fue la guinda inesperada que puso música al pasado con “Stand by me”, el clásico de Otis Redding; recordando a la América negra de Willie Dixon y “Violent Love” y sustituyendo el vodka por el tequila en su canción “Bloody Mary Comanche”: una mezcla marchosa de sal, tomate y rock and roll. Luis Auserón fue Luis Auserón sin licuar, en bruto, humilde, convertido en músico de barrio durante noventa minutos.
