La carrera musical del grupo liderado por Mike Brandon es como su música, explosiva. El sonido cultivado por The Mystery Lights tiene ese punto inadaptado que tanto atrae a las masas y engancha con facilidad. Cada nota, en vez de cansar con sonidos repetitivos, guarda una continuidad sonora basada en el sobresalto y la fuerza del guitarrista saltarín. Son un grupo de sala oscura que se siente cómodo en ambientes lúgubres. Su sonido se mezcla entre el público, contagiando entusiasmo con un rock underground y actual. Desde que “Follow Me" abriera un concierto sin tregua, sus guitarras lanzaron fuego con canciones potentes, frescas e innovadoras. La primera incursión en el circuito español dejó patente la garra de un espíritu movido por sonidos cardíacos que saben conjugarse con el soul clásico. Hacen canciones con pegada que involucran al cuerpo en un ritual rítmico capaz de perder los sentidos. Aunque caminen sobre la seguridad que confiere un trabajo resultón, se presentan con un solo disco bajo el brazo incapaz de garantizar un repertorio extenso. Conscientes de esta desventaja, hoy pusieron toda la carne en el asador con una música llena de frescura e innovación, mezclando lo más conocido con material perteneciente al próximo álbum.
El nombre The Mystery Lights identifica al espíritu de un concierto apoyado en la oscuridad del escenario. Su sonido, crecido en Brooklyn, se dejó acariciar por esta neblina traviesa vestida de rojo y azul al tiempo que albergaba luz en sus canciones. Cuenta con el atractivo analógico que suena a casete, fluido y coordinado; subterráneo y dueño de una luminosidad explosiva.
Mike Brandon no paró de saltar, motivándose imparable en una invitación directa a participar de su hambre musical. El bailoteo frenético se desató con “Melt” y aquello pareció más un concierto de Hardcore que de Rock. La fiesta fluyó como la noche, misteriosa e imprevisible. La psicodelia garajera se mezcló con el rock en un cóctel que emborracha placenteramente. El juego con este cambio de registro define la marca de la casa: música del siglo XXI recordando a los años 60 que, lejos de la cursilería, es capaz de patearte el trasero.
Las melodías del quinteto neoyorquino hacen palpitar al rock de guitarra sin descuidar el aroma de garaje psicodélico. El sudor y las guitarras bailaron juntos al son de un ritual lleno de pureza roquera. The Mystery Lights aportaron una chispa de vitalidad festivalera gracias a un rock alegre que incita a ir de fiesta.
