El sonido de Baptiste Trotignon y Minino Garay regala aroma étnico y textura selvática. El piano de Baptiste aporta sobriedad metropolitana. Los ojos cerrados ante la música del dúo abre la puerta a la sensación de estar ante musicalidad de ritmo polifónico. Comenzaron con sensaciones de jazz que aportan valor a un concierto multicultural y trufada de ritmos universales. Son música delicada y juguetona, sintonía y entusiasmo, modernidad y clasicismo. Minino Garay se abrió la camisa en un comienzo exultante dirigido por la comicidad permanente mientras se dejaba la piel con una música sentida desde el corazón más directo. Multidisciplinar como un beatboxer, golpe a golpe, con mímica antropoide, hizo de su pecho una caja de resonancia. Pianista y percusionista logran conjunción entre lo clásico y la armonía vanguardista.
El inicio explosivo se impregnó de música amable e intensa llena de latidos que suspiraban romanticismo. La complicidad multinstrumental fue parte esencial de esta actuación. Las letras pictóricas recorren paisajes de suavidad lírica con algo de hip-hop mientras el argentino de adopción parisina libera el lenguaje jazzístico. Baptiste Trotignon y Minino Garay forman una pareja artística orquestal en su sencillez; hicieron sudar gotas de emoción hipnótica gracias a un sonido contundente. El clásico de Carlos Gardel, Volver, coreado por un público entusiasmado, fue el preludio de una sugerida aparición en los escenarios españoles.