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EL BURDEL DE LA VIDA
Película "La prima cosa bella".
J. G.
(Madrid,
España)
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Ficha técnica |
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Banda sonora |
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Las películas que son fieles a la vida merecen un voto de confianza. El peligro de conectar flashbacks con el tiempo real corre el riesgo de caer en el error narrativo que prive de continuidad a su historia. El aroma que desprende “La prima cosa bella” se deja querer, de ahí que es necesaria una reflexión para saborear el buen gusto de su argumento. Esta invitación esconde sentimientos profundos y humanos, también muestra la cara más despreciable e ignorante del hombre: los celos.
Pervive la conciliación del entretenimiento con una historia amarga y contemporánea. De ahí el no precipitarse en juicios rápidos y livianos que pasen por alto el valor intrínseco de historia. |
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La neblina en la que se encuentran inmersos sus personajes al inicio se resuelve con una subida progresiva de la acción hasta culminar con la paz que la madurez proporciona. Sumidos en caos particulares, se convierten en sujeto de una misma trama sobre la que aprenden a gatear; exentos de artificio y, al mismo tiempo, poseedores de un halo chistoso que rodea la comedia italiana actual. Mezcla de humorada y dramatismo, la película firmada por Paolo Virzì no es para tomar con gracia sino para re-pensar y destripar su argumento, los guiños comediantes y sus lágrimas, y reconocer la inteligencia del director también como guionista.
La vida es un contrato, un medio para satisfacer los deseos que la naturaleza no ha concedido.
Se revisan las distintas etapas de la vida en la figura de Bruno, quien siempre será un niño falto de autoestima. La inocencia respirada durante la infancia va creciendo hasta convertirse en confusión adulta. Cada personaje de “La prima cosa bella” experimenta temores y deseos a su manera. Lo que comenzó siendo una coincidencia festiva se convierte en el desencadenante de una vida errante: ¿un trauma para Bruno?... Un terremoto que sacude su corazón. Turbación.
La vida se manifiesta como el paso de la inocencia a la madurez en la que todos nos sentimos desvalidos, demostrando la fragilidad del ser humano. |
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La película participa de sentimientos universales como la melancolía, tristeza y dolor mezclados con aires de comedia. Tiene algo de autobiográfico para con su director, quien, dentro de una relación de amor-odio, vuelve a sus raíces filmando en Livorno. El pasado se reconcilia con el presente, se sucede una cadena de acontecimientos que va dando cuerpo a los sentimientos. Aparece una madre que conduce a sus hijos por situaciones embarazosas y dulces; a veces mantenidas gracias al secreto de la complicidad, del silencio mutuo: del amor que se desprende del silencio. Se crea una relación cuyo idilio supera lo maternofilial; se contempla la vida desde la perspectiva de Bruno: una cabecita que aprende a pensar por sí misma. |
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La admiración por una figura femenina cándida, a veces tontorrona, llena de vitalidad, es constante en “La prima cosa bella”. Su fragilidad busca contagiar a sus hijos las ganas por vivir. El pequeño Bruno es un novio oculto de su madre; en los últimos días de su vida se convierte en padre suyo. La segunda parte de “La prima cosa bella” es una reflexión sobre cómo abordar la muerte. Durante esta etapa, Bruno recibe la lección de no tener miedo al tiempo que aprende a confiar en sí mismo. La emotividad del guión va creciendo; gana en intensidad, madura en su evolución.
Bruno y su hermana Valeria son personajes cercanos y distintos entre sí. Con el tiempo, el distanciamiento se ha convertido en nexo hasta que deciden reconducir sus pasos hacia el vínculo común que les ha mantenido unidos durante su infancia. El alma de Anna sufre una explosión de desmoronamiento bajo sorpresa de todos y se desnuda. Riqueza interpretativa. |
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El mundo del celuloide se ve retratado por la película del director toscano en un ejercicio de documentación cinéfila. Rica en actores, escenarios y épocas, “La mujer del cura”, de Dino Risi, se filma en Livorno con Marco Risi interpretando a su padre.
Anna participa en el rodaje de la película codeándose con Sophia Loren y Marcello Mastroianni. La película parte de un ambiente festivalero. La mención de Risi cabe sin hacer daño unida a la figura del Conde Augusto Paoletti (Paolo Giommarelli), un noble casanova introducido en este mundillo de guirnaldas. Es un playboy madurito encapsulado en su burguesía rosa. Guiños hacia la comedia italiana y el cine popular; mezcla de cómico y dramático sin perder una mirada seria de la realidad.
Aparece una banda sonora significativa de la cultura italiana. Virzì introduce “La prima cosa bella” como tema principal de su película homónima, cantada en la voz de Nicola di Bari, ganador en dos ocasiones del Festival de San Remo, con la que alcanzó la segunda posición en 1970. Una canción refrescante que se suma a "Born to Be Alive", de Patrick Hernandez o “21st Century Boy”, de Bad Love Experience. Un homenaje al cine italiano y a la música de esa época.
La película que dirige Paolo Virzì cabalga por las distintas etapas de la vida. |
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No es la primera vez que Virzì filma en su tierra ni desconocido en los premios David di Donatello, consiguiendo este galardón al mejor director revelación con su primera película, “La bella vita”. Estamos ante una reafirmación del amor, el gozo de alguien que ha sentido con intensidad una vida llena de infortunios y pasión por sus hijos. Una manera hermosa de afrontar la muerte junto a los más queridos. Refleja sin miramientos ganas de vivir.
Peca de una pequeña lentitud inicial que se puede convertir en elasticidad peligrosa. |
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