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LAS VOCES DEL SILENCIO

PALABRAS SOLIDARIAS
Histórico

 

ACABÓ EL ORGULLO FIESTERO
Madrid se queda sin los visitantes del World Pride

JGS

Adiós al Wold Pride Madrid 2017
 

Después de un semana sumergidos en tanta borrachera arco iris, la simbología y estética gays vuelven a desaparecer para adoptar el papel de entidad escondida que ha acabado sus fiestas. La imagen deja de ser grito de guerra para aceptar, de nuevo, la rutina. La pluma ya no se pasea con tanto aperturismo, las canciones convertidas en himno dejan de ser coreadas y la homofobia es noticia maldita en la sociedad española. El carnaval que, cada año, despierta la revolución de Stonewall ha vuelto a plegar sus banderas para continuar con la lucha silenciosa. Lucha, y silenciosa: ahí queda eso.

Las calles de Madrid se han quedado vacías de anagramas, y espíritu rosa; la algarabía deja paso a la monotonía; la libertad sexual al sexismo. Como si ya hubiera pasado su momento, cuando ya ha dejado de sumarse a la tendencia pública, el despliegue de la reivindicación esconde su cara más exhibicionista y divertida. ¿Han vuelto las aguas a la calma? después de que los medios se unieran a la actualidad de la noticia, y la Iglesia diera marcha atrás en un ímpetu de modernidad, sin proclamar sus críticas como balas de una guerra innecesaria e injusta. Con la llegada a Madrid del World Pride apadrinada por una euforia justificada, todo se convierte en espectáculo de carrozas y disfraces. La ideología LGTBI ha mostrado sus dos corrientes: la que se mantiene firme en el radicalismo de sus postulados y la que desfila alborozada. Son dos maneras diferentes de militar en favor de la misma causa: reivindicar una libertad sexual que todavía se encuentra enclaustrada. El espíritu de convocatoria forma parte del desfile final esperado: mezcla de celebración y demanda social, festejo asfáltico y lucha contra la persecución sexual. Las voces que no respetan esta orgía de impulsos hormonales y claridad desinhibida se oponen al respeto, adoran la castración que conduce a una masculinidad riguros

La invasión callejera de camisetas ceñidas y torsos modelados, gorros de policía, espíritu Village People o sexualidades mezcladas ha llegado a su fin bajo el emblema World Pride Madrid 2017. La cuna del espíritu chulapo, convertida en la capital mundial de la libertad sexual, exprime hasta la última gota el sabor de un Orgullo firme como ejemplo de diversidad que sobrepasa la anatomía humana. Las sexualidades mezcladas se posicionan con fuerza cuando la defensa de los derechos LGTBI cumple 40 años en España. El cariz bullicioso ha instaurado la fiebre de las modas; el espíritu friendly que acercó Madrid al mundo, al mercantilismo de las ideas; la metamorfosis de una conmemoración reivindicativa en oportunidad de negocio para AEGAL (Asociación de Empresas y Profesionales para Gays y Lesbianas de Madrid); el tópico de la marca capitalina explotada como fenómeno plural . Muchos se han apuntado a lo que toca: a la diferenciación sana, al calimocho de las carrozas solidarias, a una modernidad fugaz de moña pasajera, a la inacción que se olvida del compromiso sostenible. ¿Y luego qué?

El metro se llena de turistas de fin de semana, nacionales y extranjeros, que abandonan el reino de Carlos III, de Tierno Galván, de la duquesa de Alba, de Alaska, de Carmena y de la tortilla de patata. A partir de hoy, el día después, veremos al LGTBI como fantasma, convertido de nuevo en ciudadano anónimo. Hasta que otra agresión homófoba nos conciencie de su presencia. La diversidad no necesita de pegatinas sino de una educación respetuosa incompatible con la distinción externa para hacerse valer. Me gusta el madrileño gay, hetero, trans o bi que no imponga la diferencia excluyente. Sólo entonces, cuando ésta sea una expresión marginada en los derechos sexuales, seremos libres. Mientras, a esperar otro día del Orgullo para celebrar, en positivo, la protesta de no haber alcanzado esa paridad tan ansiada en esta piel de toro cada vez más heterogénea.

 


JGS

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