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LAS VOCES DEL SILENCIO

PALABRAS SOLIDARIAS
Histórico

 

VELAS PARA LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA,
NO DE CUMPLEAÑOS
La Carta Magna, cercana a los cuarenta,
no quiere mojarse la barriga

JGS

39 aniversario de la Constitución española
 

Hoy es día de fiesta, el velatorio político deja paso a las velas de cumpleaños. Hoy, más que nunca en todo el año, se habla de la Constitución por imperativo festivo. Hoy, el sentimiento democrático abrillanta nuestro orgullo con una Carta Magna que parece intocable, un documento que garantiza derechos y ante el que la palabra reforma sigue considerándose tabú. Veto a la hora de alcanzar acuerdos, impedimento para llegar al consenso, las trifulcas partidistas anteponen el interés general. En tertulias radiofónicas hay que reformarla pero a la hora de meterse en harina, ningún político sabe amasar el pan. El rodillo del partido único ha convertido al hemiciclo en el obrador donde la mano de obra ajena al partido no está permitida y sólo se cuecen tortas de acuerdo al molde casero.

Las disposiciones del 78 están viejas, sufren artritis social y alzhéimer político. La estabilidad política que necesitaba España, tras 40 años dictatoriales, no concuerda con las necesidades de una democracia madura del siglo XXI. Hay que comprenderlo. También se debe entender que la Constitución actual fue un gran parche de adherencia momentánea y superficial, apadrinado por chaqueteros que, tras cuatro décadas disfrutando del poder franquista, cambiaron de calzoncillos con impulso prestidigitador para convertirse en alternativa democrática. Los platos rotos se convirtieron en castillos por construir (¿estará aquí el origen de la especulación inmobiliaria posterior?). Las alternativas políticas acostumbradas a trabajar en la clandestinidad -e ilegalidad política- reclamaban su cuota de poder en la tarta sabrosa que estaba a punto de repartirse. Con todas, el ciudadano sufridor vio una puerta abierta al mundo libre. Se ha ganado en derechos pero la molestia de la indignación popular ha destapado el burka político de los recortes.

La firma de esta Constitución, bienvenida sea, fue un gran pastel del que todas las fuerzas políticas supieron sacar cacho mientras ponían la primera piedra en este fortín político. Trajo libertad, aire puro, borró el yugo del vencedor e instauró la corona de la sucesión monárquica; la foto en familia rutinaria se vistió de solidaridad. Izquierdófilos y derechófilos, convertidos en socialdemócratas, la abrazaron fuerte hasta fijarse en lapas que impiden reformar un caparazón desgastado. Cristina Cifuentes lo dejó muy claro el 5 de diciembre en su discurso de apoyo constitucional: ‹‹España no se toca››.
La cuestión catalana ha eclipsado el espíritu autonómico. Su independentismo, también hoy, polariza problemas más importantes como la precariedad laboral, las deficiencias sanitarias, las carencias educacionales, aunque se sigan vulnerando los artículos 27, 43 o 47. Han habido reformas estatutarias, sí, como la del 135 a puerta cerrada. Para algunos, el 155, una copia del artículo 37 de la Ley de Bonn alemana, impide la ruptura constitucional; para otros, la distancia; es una respuesta resolutiva ante el aislamiento; también se dice que antepone la fuerza al diálogo. Todavía quedan la modificación del sistema electoral (ley d'Hont), penalizar sin concesiones las puertas giratorias, modificar el artículo 57 de la Constitución que regula la sucesión de la Corona, la supresión de los aforamientos, reducción de los cargos políticos, eliminación de sus sueldos vitalicios -auténtico derecho de pernada- y dejar que puedan ingresar en la cola del paro; reducir los tiempos de mandato, permitir una reforma que responda a las exigencias ciudadanas, tomarse en serio el lema inmortalizado por el 15-M: no nos representan.

Hoy, los políticos siguen tirándose los trastos gracias a la oferta mediática, vanagloriándose de la defensa constitucional, exhibiendo músculo de sapiencia política y protagonismo. Se llenan la boca de constitucionalidad e inconstitucionalidad, se culpa y disculpa. Se habla de sentencia constitucional, tribunal constitucional, reforma constitucional, espíritu constitucionalista, justicia constitucional, democracia constitucional, instrumento constitucional. Se lucha contra el maltrato animal, la vejación a las mujeres, el acoso escolar, el odio transgénero, ¿por qué, 39 años después, la Justicia sigue permitiendo y, gran parte, amparando el maltrato constitucional?
Normal que los parlamentarios de peana no se pongan de acuerdo con los aspirantes al trono. Para eliminar el enfrentamiento entre reforma constitucional sí, reforma constitucional no, existe una lucha de poder en la que sobran cortesanos y faltan pelotas. La Constitución es la casa de todos que exige un lavado de cara inmediato, una reforma integral.: no, gracias.

 


JGS

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