¿Sabemos qué se celebra el 8 de marzo? La historia de la mujer camina con los tiempos como una gran desconocida. No ha recibido la atención social que se merece hasta que la realidad negra la ha convertido en titular informativo. De ahí proviene, quizás, el desconocimiento mayúsculo que tenemos de los cambios actuales y el porqué de unas voces fraguadas en la reivindicación acallada. La asociación de ideas distinguiría la respuesta masculina de la femenina con facilidad en el dibujo de su primera representación. La Venus de Milo pugnaría con la referencia bíblica de Eva. El símbolo cultural pugnaría con la crítica de objeto sexual. Cultura y religión se la rifarían con intenciones defensoras en una batalla torcida por posiciones radicales. La primera sería, para unos, símbolo cultural; para otros, objeto sexual; en ambos casos, su libertad es lo que importa.
Los grupos naturales, en la Prehistoria, se constituían en función de la fuerza física. El abandono del nomadismo demandó resistencia frente al desgaste corporal. La repartición de tareas se hacía en base a la utilidad de cada sexo. El ambiente neolítico la situó en espacios domésticos con trabajos destinados al mantenimiento familiar (desde la conservación de los alimentos hasta el cuidado del entorno habitable). Existe un diálogo directo entre la reflexión sobre la importancia de las actividades económicas para sobrevivir y el papel relevante de la mujer. La poetisa y escritora acadia Enheduanna fue nombrada Suma Sacerdotisa del templo de Nanna en la ciudad de Ur. Cleopatra marcó el devenir de una cultura. El recorrido del movimiento encargado de visibilizar la presencia femenil cuenta también con figuras literarias: Aristófanes plantea en Lisístrata una huelga sexual pronunciándose contra la guerra. El feudalismo vincula a la mujer con el matrimonio haciendo de la maternidad su función primaria. Las nobles que no se casaban ingresaban en el convento de manera directa como forma de pleitesía social. Los burgos del siglo XI permitieron su participación activa en la capa económica como apoyo a la mano de obra masculina. Las hilanderas, tejedoras o costureras participaban en el tejido económico contribuyendo al desarrollo del modo de producción. La consolidación de una burguesía en la Edad Moderna aupó la dedicación femenina a labores domésticas. Mientras el hombre era el responsable del sustento familiar, la mujer se encargaba, una vez más, de mantener la estabilidad del entorno. La servidumbre y fortalecimiento del núcleo casero se reforzó con las sirvientas y las amas de cría. La revolución preindustrial la utilizó como mano de obra fabril sin derechos. El telar la convirtió en brazo de la industria manufacturera. La equiparación salarial era una utopía inalcanzable. Luego vendrían la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, redactada por la escritora francesa Olympe de Gouges; el sufragismo europeo de Emmeline Pankhurst; el sufragio femenino; la gesta de Concepcción Arenal al disfrazarse de hombre para estudiar Derecho en la Universidad de Madrid (1849); la matriculación de alumnas en los centros docentes; los dos premios Nobel a Marie Curie, en Física y Química. El incendio de la fábrica de camisas Triangle, de Nueva York consiguió que se modificara la legislación laboral en Estados Unidos.
Leni Riefenstahl, a pesar de su conocida relación con el Führer, aportó un mirada nueva al cine y la fotografía. La periodista Clare Hollingworth descubrió la presencia del ejército alemán en la frontera con Polonia a punto de iniciar un conflicto armado. El papel de la mujer en la retaguardia de la Segunda Guerra Mundial defendió Europa del nazismo. Lale Andersen, Vera Lynn o Marlene Dietrich cantaron Lili Marleen a los soldados. Marily Monroe cautivó con su seducción. La institucionalización del Día de la Mujer en la Unión Soviética afianzó el reconocimiento internacional. Valentina Tereshkova fue la primera mujer astronauta de la Historia, a bordo de la nave Vostok-6, en plena Guerra Fría.
El 8 de marzo de 2017, organizaciones feministas de más 50 países sorprendieron con el Primer Paro Internacional de Mujeres que denunciaba la violencia machista en todas sus expresiones: sexual, social, cultural, política, económica, repitiendo al año siguiente. La modernidad pone etiquetas a todo, las luchas se impulsan con eslóganes publicitarios. Cómo hemos cambiado y qué poco hemos avanzado en el camino que nos queda por recorrer hacia una igualdad sin restricciones.
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