Pablo Iglesias se ha ido para seguir estando. ¡Qué finura y qué aplomo en el vocablo convincente! Lástima que su uniforme de campaña no le siente bien en situaciones emblemáticas como anunciar la entrega al madrileño, si los inscritos lo quieren. ¡Qué decisión a la hora de impulsar un proyecto voluntarioso! La postura comunicativa en su despacho oficial lo dijo todo; la camisa remangada vistió el aire campechano de una mirada estática, entre topillo y erizo. Tanta sinceridad expuesta durante poco tiempo (siete minutos) es sospechosa, tanta rectitud militante despierta el fantasma del emérito pidiendo resistencia ante un golpe de Estado autonómico que Pablo Iglesias ve próximo. Él es la resistencia y su alternativa de izquierdas arenga en singular espiritual (Más Madrid le ha dicho que corre en solitario). Sí, el secretario general de Podemos se ofrece a la cercanía ciudadana, que siempre ha defendido, a golpe de tuit, como hacen el resto de los leones parlamentarios. Pablo Iglesias ha afirmado ‹‹Un militante debe estar allí donde es más útil››, cercano al revolucionario más que al mercenario, consciente de su necesidad popular; se siente defensa y pívot; necesita probarse a sí mismo, lejos del incordio sanchista. Ya ha pronosticado candidata para su vacío. Cede la cartera y los donuts de la vicepresidencia segunda del Ejecutivo a Yolanda Díaz, ministra de Trabajo. De casta le viene al galgo. Se pone en manos de los inscritos, ¿aparta a los militantes? Ojalá algún día explique la diferencia entre unos y otros dentro de su democracia.

Esto no es una revuelta árabe ni el movimiento 15M, no se trata de experimentar un juego sorpresa contra Pedro Sánchez. Hablamos de fidelidad al transeúnte antes que a los socios de escaño identificados como activo futurible. ¿Será este postulante la misma persona que durante los Cursos de Verano de la Izquierda Anticapitalista, en 2013, propuso ‹‹aplicar la justicia proletaria contra los fachas de la televisión››? Siempre en tono jocoso.
El combate cara a cara Ayuso-Iglesias polariza la lucha hercúlea y aprisiona más la vida gata. La disputa de la Comunidad de Madrid en direcciones enfrentadas refuerza el pluripartidismo que Podemos vino a romper y desmoronó. Las ansias de poder nos han metido en el agujero del combate personalista ajeno a la pelea limpia. Iglesias deja el Gobierno nacional para dedicarse al cuidado de proximidad si los inscritos quieren.

El minidiscurso de Pablo Iglesias presenta su faceta directiva como salvador patriótico alejado de la rémora ultraderechista del término. El vicepresidente segundo del Gobierno, por poco tiempo, ha engrandecido la figura de Isabel Díaz Ayuso con épica campeadora. Dice que debe tenerse valentía en política, coraje para asumir responsabilidades, talante para reconocer los errores en vez de taparlos con logros de calendario: no dar la vuelta a la tortilla y decir digo donde dije Diego. Ha regalado franqueza, se agradece. Tiene garra futbolística y calor de babucha cuando ha calificado a Yolanda Díaz como ‹‹la mejor ministra de trabajo de la historia de nuestro país››. Ganas no le faltan; decisión, tampoco; lucidez, algo. Modestia Aparte es un grupo de música pop español fundado en 1988; a Pablo Iglesias le motiva más Extremoduro.

A los organizadores del 8M capitalino les ha faltado imaginación y han reaccionado de la manera esperada Las quinielas de las conjeturas dirigentes se han puesto en marcha en forma de ludopatía legal. Ahora, cada uno va a ganar en su carrera individual; cuando veamos quien llega a la meta en primer lugar, contemplaremos como el segundo y tercero se alían hasta con el cuarto para subirse al medallero. Ahora, se comerán, y no a besos, para morrearse dependiendo de los resultados finales. Ahora, la candidatura conjunta no excita (Más Madrid); luego, desearán hacer una cama redonda para frenesí del pueblo mirón. Ahora que Pablo Iglesias es perro viejo del poder, centrado en decir la puñetera verdad, esperamos que nos aclare dónde están los sabuesos de la puñetera casta que, en sus inicios, quería morder. Que los señale, los denuncie sin oratorias, los desaloje de su impunidad moral y no juegue a las canicas con ellos sólo para tocar las bolas.

Pablo Iglesias se lanza al rescate de la Puerta del Sol. ‹‹Hemos logrado que el gobierno responda a la crisis económica y social; hemos protegido a trabajadores, empresas, autónomos; hemos limitado los infames desahucios, hemos acelerado el IMV, hemos igualado los permisos de maternidad y paternidad››. Hemos, hemos, hemos… La retahíla daría para un libro buenista. La boca se llena de tiempos verbales atributivos. Sólo recordar que el IMV (Ingreso Mínimo Vital) vendido parece un TAV (Tren de Alta Velocidad) sobre vías mal engarzadas, sin parada en apeaderos ERTE (Expediente de Regulación Temporal de Empleo) o ERE (Expediente de Regulación de Empleo) abarrotados de viajeros. Ojalá que el nombre elegido unifique tanta diversidad de acrónimos pandémicos.

Me asusta pensar que a Pablo Iglesias Turrión se le agoten las fuerzas después de haber realizado tantas cosas en tan poco tiempo (siete años junto a Podemos) como para asir el timón con más continuidad que emergencia espontánea: muy golosa siempre. J.C. I hizo callar a Chávez en Santiago de Chile y pidió perdón por matar elefantes en Botsuana. Tú, camarada Pablo, sigues aumentando el hemos que te entronice junto a San Pedro.