En 1959, un emprendedor llamado Thomas Royal Boddie tuvo la genial idea de crear un nuevo concepto de música basado en los sonidos negros de Cleveland. Nacía Boddie Recording, el padre del sello Soul Kitchen, encumbrado por nombres importantes del Soul, Gospell o Bluegrass. Fue una ambrosía para el oyente selecto. Fatih Akin, siguiendo el mismo sibaritismo, da un mordisco a la comedia refrescante en la que no escatima pizcas de drama urbano. Su Soul Kitchen en versión culinaria está enclavado en el suburbio de Hamburgo con olor a aparcamiento industrial, sabor novedoso y tintes grisáceos de industrialización abandonada. Nadie diría que, debajo de este tegumento decrépito y destartalado, bullera el corazón de un mundo gastronómico capaz de revolucionar el ocio de la capital del Elba. Este acuario cenagoso se convierte en pasarela de individuos dispersos, donde las agallas de otro hombre innovador luchan por alcanzar su sueño como propietario. Zinos (Adam Bousdouskos) representa el cliché de emigrante que malvive en la nación más rica de Europa.
Soul Kitchen es el lugar de reunión para cerveceros maduros y jóvenes alternativos, la gasolinera donde cada noche repostan entre comida basura; el último refugio para el marinero Sokrates (Demir Gökgöl), viejo compañero de cascarón varado; el templo de un chef excéntrico; el manjar para el voraz tiburón inmobiliario Neumann (Wotan Wilke Möhring); incluso el antro que acoge una fiesta improvisada con pinchadiscos incluido. El largometraje Soul Kitchen tiene corazón underground y alma de cultura urbana. |
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El cocinero greco-alemán es un Buster Keaton moderno que, por si tuviera pocos problemas, también interpreta al buen samaritano encargándose de un hermano Illias, recién salido de la cárcel: un caradura convertido en el único cliente fijo del local junto a los dos matones que le persiguen. La debilidad humana que destapa su arrebato ludópata, el deseo por hacer negocio a costa de la inocencia, la confianza y la traición decoran las paredes de este ambiente mohoso. Todo se derrumba en Soul Kitchen excepto las paredes: el local no arranca, el amor de Zino cae en manos de un jovencita dispersa y ricachona, su novia Nadine (Pheline Roggan).
El abanico de personajes se queda en retrato divertido del emigrante resuelto y amorosamente confundido que saborea el fracaso como plato único y el triunfo predecible como postre satisfactorio. Sin más pretensiones que entretener, Soul Kitchen es ágape musical en el que la variedad da color y sabor a un menú que transforma las viandas más sencillas en cocina de fusión. |
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