A veces, es más importante lo que se dice que la forma de explicarlo. De vez en cuando, es sano volver la vista atrás sobre el pasado de aquellos países que tenemos como paradigma de pulcritud social. Léase Suiza. No hay que mirar a un pasado muy lejano para descubrir que este pastizal de vacas lecheras con denominación de origen mantuvo a la mujer como otro apero de labor casera. La nación centroeuropea no permitió el voto a las mujeres hasta 1971. Doce años antes, en el
referéndum de 1959, dos de cada tres hombres habían votado en contra. El desarrollo político estaba años luz del social en el paraíso el primer mundo. Petra Biondina Volpe hace una radiografía casera del despertar femenino hasta alcanzar un derecho negado por defecto. Se dicen cosas muy importantes con sabor a pueblo, donde la frescura del razonamiento que no obedece a intereses partidistas alza la voz sin gritos.