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CINE Y ESPECTÁCULOS
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AND THE WINNER IS HUMILLACIÓN Y PREPOTENCIA
Asghar Farhadi no viajó a la ceremonia de los Oscar 2017
tras la orden de Donald Trump contra la inmigración musulmana


J. G.
(Madrid, España)

Asghar Farhadi no recoge el Oscar a la Mejor película de habla extranjera 2017
   
La palabra boicot suena a solidaridad y revancha, siendo un arma de doble filo según en qué manos caiga. Llegado el momento de adoptar esta decisión, el entendimiento se cubre con el velo opaco de la intolerancia, alimentada por quienes interpretan el mundo como un todo binario entre el bien el mal. La locura a la que Donald Trump está conduciendo semejante dualidad minimalista de las personas se ha convertido en la estrella oscura de su propia película. La reciente ceremonia de los Oscar, simbología del imperio norteamericano, se ha visto empañada por su orden ejecutiva que suspendía la entrada en Estados Unidos a ciudadanos de siete países de mayoría musulmana, incluido Irán. Esta actitud desafiante, esperpéntica y legalmente macabra podría formar parte de un suculento guión al estilo del auténtico Michael Moore.
El director iraní Asghar Farhadi, Oscar a la Mejor película de habla no inglesa con El viajante, en un acto de valentía consecuente, decidió no viajar a Hollywood. Su segunda cinta ganadora de la estatuilla lanza guiños directos a Muerte de un viajante, de Arthur Miller, presa del macarthismo, otra persecución por parte del gobierno norteamericano.
 
La octogésimo novena entrega de los premios cinematográficos será recordada por la ausencia de Farhadi, mostrando una preocupación constante ante el actual tratamiento vejatorio de Trump a inmigrantes. Fue un gesto discursivo elocuente que condenó el fanatismo y los extremismos. Asghar Farhadi extiende las fronteras del integrismo hasta esos políticos de guante blanco que, con disertaciones populistas, se dedican a inventar y organizar conflictos, justificados por intereses económicos. Los extremistas son iguales en todas partes y nunca cambiarán pero tampoco se les puede combatir con la imposición de restricciones ni leyes que estigmaticen a la población civil. También es injusto que una norma dictada por un señor de la guerra política, dentro del llamado primer mundo, se dedique a perseguir a las personas según su procedencia. Activando estos protocolos sarcásticos y repudiables sólo se consigue enemistar a los pueblos, abriendo más la brecha del fanatismo envuelto en la capa mesiánica de salvador patriótico. El miedo crea división y las leyes que acotan la libertad de circulación ciudadana por condicionantes geopolíticos, raciales o de creencia religiosa son un síntoma de debilidad moral que incrementa el surgimiento de vías terroristas para su expansionismo. Estas políticas de radicalismo nacional alimentan las hostilidades futuras entre los pueblos, la constante pugna entre David y Goliat que favorece al despotismo del más fuerte.
Habría que preguntarse hasta qué punto Estados Unidos ha fomentado el golpismo internacional (Nicaragua, Chile, Irán) y ha entrenado a quienes ahora denomina enemigos (las conexiones de la familia Bin Laden con el gobierno Bush).
La actitud de Farhadi rechaza toda coacción, alejada del titular llamativo, en una denuncia contra actores protegidos por su demagogia desconcertante. "Mi ausencia es por respeto a la gente de mi país y a aquellos de las otras seis naciones a quienes se les ha faltado el respeto por la inhumana ley que prohíbe la entrada de inmigrantes a Estados Unidos", ha declarado. El cineasta iraní, que no ha tenido tantos problemas con el régimen de Teherán como Jafar Panahi o Abbas Kiarostami, sólo cuenta con la cámara de cine para denunciar los excesos cometidos en su país. Farhadi no ha venido a recoger su segundo Oscar al sentirse parte de una humillación contra las personas civilizadas. Su ausencia es una piedra lanzada contra el muro de la intolerancia que Donald Trump está empeñado en levantar, temeroso del mal extranjero, sin entender que siempre habrá figuras capaces de pintar la palabra Paz sobre sus paredes.
El fanatismo de la intransigencia Trump que ha salpicado al mundo del cine es producto de una mentalidad estrecha que azuza el fuego de las hostilidades, ya crispado debido a su naturaleza violenta.

J. G.


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