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CINE Y ESPECTÁCULOS
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ASESINATO EN 25 IMÁGENES POR SEGUNDO
Película "25 cines/seg"


J. G.
(Madrid, España)

25 cines/seg
  Video  
El frame, o la imagen por segundo, es el número de cuadros que vemos en la gran pantalla. El formato usado en Europa, PAL, corre a 25. A través de una metáfora entre esta velocidad y la vertiginosa eliminación de los cines en España, “25 cines/seg” se adentra en su doloroso, y actual aniquilamiento. El censo de las salas cinematográficas nacionales sufre una caída constante desde el año 2010. El cine, ese habitáculo abierto a la imaginación, hace tiempo que peligra. Forma parte de nuestra vida: alimenta ilusiones y deseos, es compañero de la metamorfosis biológica del adolescente y ha sido testigo mudo de su primer piquito a escondidas en la fila de los mancos.
 
Luis Macías se introduce de manera original en la panza de un cachalote anciano que alberga vida y muerte en el mismo hueco. Su trabajo muestra el rodaje de un documental sobre las salas abandonadas. Sin saber lo que espera encontrar, esta aventura quijotesca indaga entre imágenes vetustas y palabras inolvidables que flotan en la superficie del vacío. El romanticismo que conlleva el vocablo cine se desmorona cuando penetra en la oscuridad de edificios desamparados. Aparecen como deshechos sociales, recuerdos guardados en la trastienda del olvido, castigados por el desinterés mientras esperan su demolición con nerviosismo y paciencia estoica. Esta angustia palpitante, propia del ladrillo carcomido por las filtraciones y paredes arañadas por la humedad que se ha apoderado de las butacas frías, recibe afónica al espectador.
Tantas evidencias descorazonadoras embarcan al protagonista en la aventura que venía buscando: convertirse en un Robin Hood documental del cine mientras lucha por su supervivencia. Camina entre los escombros, se moja con sus goteras. Pero la reconversión utilitarista de los cines inservibles convierte a las salas en inmuebles con una finalidad más especulativa que cultural.
Los cines abandonados son una realidad que avanza silenciosa y marginada entre los recuerdos de quienes contribuyeron a prolongar vida, ya ancianos. Esta insistencia por preservarlos choca con un conflicto de intereses entre el director, transformado en arqueólogo cinematográfico, y las pretensiones de la productora que busca el rodaje de la película como excusa para cobrar la subvención que se descuelga de las ayudas destinadas al séptimo arte, adjetivadas como culturales.
Mientras el afán empresarial arde en nerviosismo, el contestador telefónico que nunca responde en “25 cines/seg” es una respuesta a la desaparición paulatina de los cines, uniéndose a su muerte en el deseo de documentar dicho fallecimiento. Nombres como Avenida (Huelva) u Olimpia, en Barruelo de Santullán (Palencia), se pasean por la pantalla hacia el cadalso.
El director Luis Macías no consigue realizar su película inicial y su lucha por la conservación no impide que otro cine sea destruido. La impotencia de un esqueleto formado por vigas y piedra cubre recuerdos anónimos mientras toda una vida queda enterrada en el olvido.

J. G.


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