Un día campestre de regatas y esparcimiento se convierte en tormenta dejando frentes abiertos a la imaginación del espectador y las especulaciones sobre el suceso que implica a su amiga, y antigua secretaria de su hermano Robert,
Mary Jo Kopechen. El coche se precipita en un lago cercano a la isla de
Chappaquiddick, Massachusetts. El proteccionismo del clan se abalanza sobre la figura de Ted con hambre por ocultar los sucesos prevaleciendo la solidez del apellido Kennedy ante la lealtad individual. Este superviviente de la
maldición familiar ve eclipsar su integridad por guardaespaldas políticos trabajando como barrenderos expertos. Los asesores que designa el gran jefe traman estrategias patosas para reducir el impacto pensando más en la reputación del Partido Demócrata que en la honestidad de sus palabras. La
familia sigue funcionando como una organización cerrada.
La talla moral está en juego ante la sombra pétrea del padre poniendo orden desde el silencio ubicuo de su vejez enferma y poderosa. La filtración a la prensa le convierte en asunto nacional.