La pregunta expuesta por la ópera prima de Ángel González es si el monstruo nace o se hace. El puso de su película incrementa la velocidad del latido con la ausencia de diálogo. La imagen puede a la palabra, la sospecha marca su ritmo sobre un escenario con presencia reducida de actores. El sigilo del cazador sicópata desata un hambre depredador en el refugio de su perversión. La discreción sorprendida alcanza el nerviosismo en la carrera del vértigo predecible y efectista. El terror camina con paso lento entre matorrales y sesiones de espionaje El perturbado encubierto desencadena su furia nerviosa con movimientos intranquilos al perder su halo de maldad inadvertida.
A veces, la convivencia fomenta el desconocimiento en la pareja y lo que una parte denomina privacidad puede desembocar en tragedia inesperada. La infidelidad descubierta abre las puertas del infierno para Esther, traicionada con sutileza y convertida en víctima incómoda. La novia de un compañero ejemplar, encuentra la cueva del monstruo que sólo admite huéspedes invitados por engaño. Roberto es el depredador sexual asesino que trabaja solo. El resorte del recelo catapulta el inicio de una pesadilla con sentencia de muerte.
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El guión simple mantiene un misterio con tensión epidérmica. Se mueve cómodo por el ritmo pausado de los acontecimientos que, en un principio, domina el ejecutor hasta que él también siente el acoso de miradas inesperadas.
Los amantes de Sitges no tienen la exclusividad en Compulsión sino que la narración a través de los silencios marca la pauta de una tensión medida. La ausencia de diálogo y los fundidos a negro aumentan la continuidad del percance en forma de hachazos imprevistos. Es una cadena de momentos previsibles, excepto el final dirigido por una mente diabólica capaz de sorprender como personita impactante.
El ambiente familiar enderezado, como remate de este viaje acosador, normaliza una pesadilla que sabe a vídeo casero con nostalgia en 8mm. En el aire queda pendiente por responder la pregunta de si la maldad se lleva en los genes o no. |