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PAISAJE FAMILIAR ENTRE ENCUENTROS Y DESENCUENTROS
Película "El peral salvaje"
J. G.
(Madrid,
España)
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Ficha técnica |
Video |
Entrevista a Nuri Bilge Ceylan |
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El dominio de la puesta en escena se refleja desde la simplicidad. El impacto del silencio atrapa con el minimalismo expresivo del sujeto que hace del entorno un predicado lleno de frases subordinadas y descriptivas. Nuri Bilge Ceylan es el maestro que se dedica a enseñar con sus películas un arte de imitación difícil. Su cine es personal, vinculado al suelo anatolio, capaz de convertir tres horas en un ejercicio de honestidad silenciosa. El peral salvaje establece un diálogo amigo entre la confusión del hijo y la sonrisa permanente de un padre que, con sus errores acumulados, esconde cariño. La tranquilidad sumisa que respira siente el azote nostálgico por la pérdida de su perro: el único ser vivo incapaz de juzgarlo por sus actos. |
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Los escombros de Troya, vívidos en Çanakkale, contemplan el reencuentro amable de Sinan Karasu (Dogu Demirkol), que busca su culminación como escritor, con un progenitor inmerso en deudas provocadas por el juego compulsivo. La tradición docente arranca en el padre que vive desencantado por la alienación de un oficio rutinario. El regreso a su pueblo lo acerca al amor antiguo, al enfoque radical de parrafadas religiosas extensas como las llanuras turcas, a la recuperación de una amistad contemplativa, a retóricas y metáforas, a la incomodidad de una juventud que necesita encontrar su espacio, a la calma de la madurez reposada junto a la sombra del peral retorcido. La figura paterna es el hilo conductor de un trato deteriorado por la separación, las apuestas y la independencia de quien prefiere escarbar pozos sin fondo. ¿Idris Karasu (Murat Cemcir) se esconde del mundo, busca retos con los que matar el tiempo? ¿Sinan necesita una aprobación, un espaldarazo intelectual, sofocar la necesidad de ser leído, aclarar su concepto de la autoestima, aprender a ver entre líneas... no esperar nada de nadie? La respuesta descansa en la corteza de El peral salvaje, tan amarga como dulce. Mientras éste busca un lugar en el mundo, se blinda en la burbuja de la soledad intratable; el padre deja pasar el tiempo consciente de haber tocado techo. El amor más grande se expresa en privado, desde la humildad que huye de la expresividad visceral. Desde el alma de Idris Karasu. La familia, pilar de El peral salvaje, siente el golpe de la mendicidad provocada por las deudas crecientes convertidas en el pan cotidiano. |
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Ceylan propone un viaje al vacío sin retroceso. Su octavo largometraje pinta un cuadro rural de la sociedad turca lleno de colorido casero, alejado de la fabulación narrativa comercial y las guías turísticas de consumo pasajero. La Naturaleza del entorno se funde con la sencillez de las interpretaciones puras, trazadas por el cineasta turco con fuerza humana y rectitud geométrica aunque a veces alargue las secuencias con pláticas extensas, típicas de su obra. |
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El discurso literario aparece como piedra angular del descontento. Las charlas entre un novelista consolidado y el aspirante en busca de consejo se convierten en una pugna dialéctica abocada a morir en un callejón sin salida. El lenguaje babeliano que sostienen distancia posturas en vez de acercar personas como si la Liga Aquea luchara, de nuevo, contra los troyanos a las puertas de su ciudad. La narración de Ceylan descubre a los personajes lentamente sin llegar a desnudarlos hasta que el espectador los despoje de vestimentas que, al final, sobran. El realizador turco, sin rodearse de un reparto coral, despliega la riqueza individual a través de una minoría conjuntada. |
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La contundencia escénica de los planos largos recuerda a Érase una vez en Anatolia, el recurso del paisaje nevado como escenario melancólico del momento cambiante a Winter Sleep. Ambos elementos enamoran, causan admiración, contribuyen a que la película de Nuri Bilge Ceylan sea un poema aunque la posibilidad de considerarla una oda al aburrimiento no queda cerrada. El peral salvaje, ese árbol que se rehúsa crecer con verticalidad matemática; fría; desangelada; exige una digestión lenta junto a higos turcos y un libro de Anton Chekhov. |
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