La narración de un tiempo imborrable se pone en marcha como la caída de la guillotina en
Un pueblo y su rey. Pierre Schoeller atrae a los amantes del historicismo cinéfilo con un vasto ejercicio de recapitulación sobre el destino de la
Revolución Francesa. El director parisino, recordado con entusiasmo por
El ejercicio del poder, marca el paso de los personajes que han configurado la democracia francesa extensible a la universal. Esta radiografía colectiva respira el momento peligrosamente en un paseo delante del cadalso como cronista inmortal. Entre 1789-1797, Francia es el ombligo de la democracia universal: un volcán donde la política pedagógica crea escuela; mira en su fuero interno inconsciente de la trascendencia que las decisiones del momento tendrían para un futuro universal. Este viaje resulta apasionante para los amantes de las películas históricas alejadas de la interpretación revolucionaria convencional gracias a su rigor narrativo. La abundancia de nombres y vivencias lo convierten en un libro gordo de Petete alejado del interés amante de la emociones. Luis XVI, Robespierre, Jean-Paul Marat, Jean-Paul Margot, Louise Reine Audu, María Antonieta o Louis de Saint-Just, conocido como el
Arcángel del Terror, viven con energía didáctica aunque a veces resulte pesado seguir sus movimientos.