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PRETENCIOSIDAD A RITMO DE BLUES SOCIAL
Película "El Blues de Beale Street"


J. G.
(Madrid, España)

El Blues de Beale Street
Ficha Técnica Video
El barrio es el espejo del alma en una comunidad. El tejido vibrante que construye y destruye vidas. En el barrio de Beale Street, el pigmento epidérmico marca el destino de las personas. Tish y Fonny desbordan una cascada de dramatismo, dureza y su romanticismo permanente; una avalancha de sensaciones encontradas, injusticias sociales y esperanza. Son una pareja de tortolitos encerrados en una jaula de plomo que decide emprender una vida en común, crear una familia sin haber imaginado las zancadillas que una sociedad inmadura impone.
El Blues de Beale Street nace del vientre de la novela If Beale Street Could Talk. Las pincelas descriptivas se apoderan de la película desde el principio sin arrancar la intensidad que el tema sugiere. Es un juego de cámara subjetiva y cercanía con el personaje que desnuda las angustias e ilusiones de Tish, una mujer valiente, frágil y llena de coraje. Los conflictos raciales desembocan en el protagonismo de su marido, y amigo desde la infancia, como cabeza de turco ante una condena impuesta por el color de la piel. Toma la exclusividad narrativa de los hechos, arbitra pasado y presente. Su voz en segundo plano es la conductora de una crónica trágica con momentos dulces, su esencia relatora se recrea en el pretérito restando agilidad y es más costosa de digerir.
 
Tish (KiKi Layne) y Fonny (Stephan James)  
Ernestine (Teyonah Parris), Tish (KiKi Layne) y Sharon (Regina King)
La representación actoral es deliciosa con dos figuras que hacen de la trama ácida un poema agridulce. Los encuentros se enfrentan a las separaciones obligadas, el optimismo a la realidad cruda; problemas actuales como la vivienda salen a la palestra con intención manipuladora. El enfrentamiento racial es utilizado como eje vertebrador de un película que, a pesar de su buena voluntad, le falta músculo convincente. La música engarza escenarios en la lucha por salir adelante de una pareja coraje cuya experiencia, aunque por momentos sea interesante, termina en la cesta del aburrimiento. El director de la oscarizada Moonlight hace escarceos con el documental a través del trabajo fotográfico que Gordon Parks, Camilo José Vergara o Bruce Davidson han legado para la Historia.
Aunque la ambientación recuerde fugazmente a Fences, la tercera película dirigida por Denzel Washington, esta recreación de la novela que escribió James Baldwin ofrece menos de lo que promete. Sin embargo, no quita para que sea una queja contra las penurias que el color de la piel castiga en una sociedad más racista del planeta.
Tish (KiKi Layne) con Joseph (Colman Domingo)  
Sharon (Reginba King) y Joseph (Colman Domingo)
Barry Jenkins se para en la radiografía de protagonistas convertidos en peones del ajedrez comunitario. El remate de esta partida está decidido desde el comienzo, sólo que durante todo el juego el perdedor sortea como puede los obstáculos que caballos y torres le ponen para sobrevivir sobre el tablero de Beale Street, lona dura del relato social. Es una arteria de Harlem, y parte del corazón de New Orlenas, dentro de una nación segregacionista, Estados Unidos: todo un polvorín convertido en jardín de la exclusión racial acunada por el blues como identidad.
Fonny (Stephan James), Tish (KiKi Layne) y Daniel Carty (Brian Tyree Henry)  
Fonny (Stephan James) y Tish (KiKi Layne)

La religión convertida en paranoia, con la madre de Fonny como embajadora, hace mucho daño. Su radicalismo inquebrantable entiende el nacimiento de una vida concebida sin casamiento como el embrión bastardo de un error antinatural. La rivalidad femenina y el papel del matriarcado hieren a las familias. El Blues de Beale Street atrapa la vida sin florituras, huye del adorno meloso que haga escapar lágrimas. Se limita a retratar el día a día de una convivencia atacada por la hostilidad. Es satisfactoria y actual. Ambiciona demasiado sin conseguir un mínima parte de lo que podría haber sido: un referente clásico. Lástima.

J. G.


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