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CINE Y ESPECTÁCULOS
CARTELERA CULTURAL
Histórico
 
 
 


LA FUERZA DE UN GUERRERO, CARTERO Y ALBAÑIL
Película "El palacio ideal"


J. G.
(Madrid, España)

El palacio ideal
Ficha Técnica Video    
La sombra del cartero aunque no tenga rostro evoca a Jacques Tati. Joseph Ferdinand Cheval se le parece en su andar despierto, el bigote que protege una sonrisa muda y la mirada decidida. Es un cartero particular que recorre los campos de Drôme escogiendo las mejores piedras del camino para un proyecto que viene maquinando hace tiempo. El creador de una catedral personalizada la transporta en los bolsillos, en su cartera hasta hacer de la carretilla el vehículo cotidiano. Los templos camboyanos de Angkor estimulan esta aventura. Oriente y Occidente fraternizan en un palacio susurrado por la princesa Daoud en sueños. Las edificaciones mayas que aparecen en el Magasin Pittoresque nutren una imaginación sin barreras. Este hallazgo excita una pasión que cambiará la vida de un cartero ajeno al mundo. A pesar de su trabajo rutinario, Cheval posee una mente curiosa, desconocedora de la palabra límite. El aire idílico no impide que la aventura campestre y arquitectónica se enturbie con la muerte.
 
El cartero Joseph-Ferdinand Cheval (Jacques Gamblin) haciendo su trabajo  
Joseph Cheval junto a su nueva esposa, Philomène Cheval, interpretada por Laetitia Casta
El desgarro corta en momentos de pena. La pérdida traumatiza. El deseo de hacer una casa con las ramas del bosque tapa las grietas de una vida en común accidentada. El dolor acompaña al propósito en su camino. Las palabras se acompañan de una mirada dirigida al infinito que, con el tiempo, recalarán en las personas. El matrimonio con Philomène descubre a la mujer que apoya en segundo plano el empeño de Joseph Cheval. Esta unión nueva no es producto de la compasión sino de la ternura femenina. Su fruto genera un cordón umbilical entre dos niños pequeños. El padre hace lo imposible por entender a una hija que, hasta ahora, no podía distraer su atención. El universo gira en torno al anhelo de levantar el palacio ideal para Alice. El contacto entre ambos crece mientras uno fortalecer su ambición. La niña admira y busca el calor paternal que no percibe. Su esposa vive una relación proclive al distanciamiento que abre las puertas a la comprensión de un marido con síndrome de Asperger. Philomène comprende y respeta la genialidad de su marido denostada por los demás aunque el paso del tiempo apreció su trabajo. Como decía una de las inscripciones grabadas en piedra por el cartero metido a albañil: ‹‹Para alcanzar el objetivo hay que ser terco››. Y continuaba con una franqueza irrefutable sosteniendo que mezclar cal y arena era tan fácil como hacer pan, recordando sus tiempos de panadero. Su espontaneidad e inocencia cimentaban una ternura persistente. Esta característica lo aleja de una mayoría que se cree madura cuando es gruesa en ideas innovadoras.
Cheval en su palacio casi acabado  
Cheval a principios del siglo XX junto a su jefe de toda la vida en la oficina de correos

La labor constructora no abandona su responsabilidad como repartidor de noticias personales. La entrega laboral le vale una medalla por los servicios prestados. Las idas y venidas por la misma ruta han dado cinco veces la vuelta a la Tierra. Su lejanía del resto es palmaria mientras él mira hacia adelante sin inmutarse.
La frescura imaginativa de un edificio inexistente pierde fuerza cuando la idea toma forma. El anhelo se materializa con una rapidez acelerada. El encanto visionario se convierte en la continuidad de una obra peculiar. Su barroquismo tiene encanto recargado y laborioso con insinuaciones. Su atractivo participa de un viaje por Gaudí y Birmania. La constancia hace de Joseph Cheval un personaje entrañable en quien la tristeza y la alegría se saludan amistosamente. Es titular periodístico sin que le importe. Tavernier hijo le impregna de humanidad balsámica. El protagonista hace del aislamiento una ayuda para alcanzar la meta que nadie daba por creíble. Su personaje es dulzura. La figura del cartero es el eje de un romance que tardó 33 años en perfeccionarse. La cercanía y particularidad se sostienen en la interpretación amable de un trabajo que no alcanza la obsesión: así de sencillo para las mentes extraordinarias y las voluntades sobresalientes. La muerte y la creación acompañaron a Cheval en un aprendizaje que no se cansó de superar obstáculos con alma de artista.

J. G.


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