El hecho de que Arturo Menor sea biólogo y cineasta ofrece garantías de un trabajo serio y concienciado, lejano del oportunismo ecologista superficial. Su pasión por la fotografía certifica una imagen cuidada, de mirada paciente, cromática, respetuosa: es una postal de aire límpido sin trucajes visuales aunque algunos planos se hagan repetitivos.
El polifacético observador talaverano recordado por su trabajo previo,
WildMed. El último bosque mediterráneo, se convierte en mensajero de la biodiversidad, en portavoz de un ambiente erosionado por la mano destructiva del hombre. El
Canis lupus se resguarda de este avance haciendo de la renovación cíclica la piel del monte.
Barbacana, la huella del lobo se plantea describir el monte desde la narración apoyada en una fotografía contemplativa cuya belleza hace pensar en su desaparición si no se pone remedio. Aunque las frases con moralina no faltan, el texto huye del sermón apocalíptico y grandilocuente para quedarse en el relato sencillo.
El documental de Arturo Menor es un óleo a la supervivencia fundamentado en el binomio que forman la ganadería y el lobo: dos elementos que se complementan para mantener a flote un ecosistema que desaparece con lentitud certera. Ilustra como la convivencia entre ambos ingredientes es posible siempre que se tomen las medidas oportunas, no alejadas de la imaginación.