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EL EXPLOTADOR SEXUAL ARREPENTIDO
EN PRIMERA PERSONA
Película "El proxeneta. Paso corto, mala leche"
J. G.
(Madrid,
España)
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Ficha Técnica |
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Los explotadores del sexo utilizan el dicho de que la prostitución es la profesión más antigua de la Humanidad como evasiva para defender su trabajo mientras la mujer es denigrada. Prostituta y proxeneta son palabras que, aunque no guste, van juntas en una sociedad henchida de sexo consumista. Pero, ¿qué sucede cuando el término trata entra en juego?, que suele ser casi siempre.
Mabel Lozano, vinculada al mundo del espectáculo televisivo, dio un giro a su carrera tras realizar un máster de cine social y derechos humanos en la Universidad de Galway, comenzando una carrera como documentalista por los derechos humanos.
De nuevo se lanza al vacío con un rodaje llamado a polemizar y meter el dedo en el mundo escabroso del proxenetismo contado en primera persona por Miguel, El Músico, uno de los mayores comerciantes de mujeres en España durante décadas. El documental de Mabel lo encuadra, después de su arrepentimiento ante la Justicia en el oportunismo ilustrativo que sienta la cabeza.
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El Músico fue un instrumento forjado en el mundo de la noche desde abajo como portero de discoteca. Se dejó deslumbrar por el esplendor de un circo falso lleno de colorido nocturno y dinero fácil. Sus palabras, convertidas en enseñanza, acentúan que infancias desarraigadas no siempre producen delincuentes.
Decir proxeneta es sinónimo de abuso sexual y el testimonio de este negrero converso, vinculado al negocio de la prostitución durante más de 20 años, atufa a vergüenza humana. Esta esponja absorbe a la mujer con ansia utilitarista hasta desintegrarla. El decálogo del macarra se resumen tres puntos: vista larga (anticipación), paso corto (observancia) y mala leche (manipulación de la mujer hasta que no sirve). |
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El contenido realista choca con la exposición caricaturesca de lo que se narra aunque la voz de El Músico tapa el sabor de comedia visual que se descuelga. Su presencia se nutre de planos recortados y babosos de una bestia devorando a las mujeres como un huevo frito. Las imágenes de la primera parte descubren un simbolismo que dice mucho más que la voz machacona del narrador proxeneta, creándose un ritual lingüístico en el que palabras como deuda, trata o mercancía no ocultan su sentido macabro. Otras formaban parte de una cadena sostenida con disciplina militar desde el macarra, en lo más bajo, hasta el jefe de sala. El Músico detalla con precisión rigurosa y demasiado verbal su escalada en forma de testamento sórdido y sincero. |
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La primera parte de El proxeneta. Paso corto, mala leche transcurre como propuesta descriptiva horizontal y pálida en la que las imágenes, salvo las intervenciones policiales, huelen a artificio. La segunda aporta datos que enriquecen la presencia de Miguel, El Músico: cómo esta mafia expande sus tentáculos entre los jóvenes; la implicación, por móviles económicos, de sectores nada sospechosos que transportan clientes gracias a una oferta ampliada del ocio trasformado en mercadotecnia. Mientras, mirar hacia otro lado se convierte en deporte nacional cuando se habla de ocio y prostitución.
El desconocimiento de las fronteras amplía territorio entre clases desfavorecidas de países tercermundistas. Gentilicios como colombiana, rumana, ucraniana, portorriqueña o asiática se convierten en nichos de carne fresca. Ahí queda, según Miguel, la ineficacia policial, la inseguridad femenina, la pereza jurídica y mediática. Él ha recapacitado para buscar un lugar en la lucha contra la trata de mujeres a través de la confesión: sus testimonio ayuda a destapar esta lacra pero no le redimen del daño causado. Mabel Lozano fija buenas intenciones en un documental necesario en su concepto y rico en el desarrollo frío y personalista de una problemática común: la existencia de chantajistas sexuales poderosos. Miedo, impotencia, corrupción, negocio: todo está en el mismo saco. |
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Texto: www.photomusik.com
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