El relevo generacional de Peter Parker se produce con la aparición de Miles Morales. La versión alternativa del escritor Brian Michael Bendis y la artista Sara Pichelli sigue revolucionando la franquicia levantada por Stan Lee y Steve Ditko en 1963. Su crecimiento, con altos y bajos, abraza el formato de tebeo. El héroe pegajoso vuelve a sus raíces evitando la muerte con honores y, en el mejor de los casos, el olvido (algo imposible). La trilogía de directores que rescitan a Spider-Man no es artífice de este hombre-araña retro. Ni Bob Persichetti ni Peter Ramsey ni Rodney Rothman acercan el calor de una animación vertiginosa al héroe consagrado. Se viven mundos paralelos con colorido de viñeta impersonal. El argumento une fuerzas con la caricatura en su lucha contra la tiranía mientras renuevan el corazón Marvel. La tristeza que provoca la muerte encuentra algo de realismo en viñetas fabricadas con tecnología punta de la animación. Los héroes se pasan el testigo por obligación. El surgimiento de un cachorro actualizado no olvida la estela dejada por
Peter Parker que tampoco merece recuerdo. El estreno de Miles Morales como retoño de la saga Spider-Man aporta un registro escurridizo que no dice nada nuevo. La confusión se codea con la pesadez nostálgica de los personajes.