Las imágenes se suceden con intercambios de correos electrónicos y dominio del mensaje hablado; El instante combina etapas sin abusar de la explicitud visual. Las tragedias salen a la luz despacio. El presente se refiere a la dureza y contención del pretérito. Cada una las historias personales pesan más que el daño global. El debate y el diálogo abren sus puertas de manera directa y oficial.
La fotografía austera es la tónica de una película fría y conturbadora que se implica en la denuncia sin estallidos de energía pasional. El segmento religioso francés, recordando las acusaciones de la Iglesia vertidas contra
Pasolini en la Mostra de Venedia de 1964 por
El Evangelio según San Mateo, ha sido la parte reaccionaria encargada de publicitar la polémica con una sinceridad desconocida en sus atropellos. Ozon se adentra en los hilos oscuros que gobiernan la política vaticana. La fragilidad del hombre varonil disfrazada de cura queda al aire, crucificada sobre el estandarte con el que esconde las vergüenzas que los hábitos ocultan.
Gracias a Dios tiene un pecado imperdonable que se está convirtiendo en generalización enfermiza: su duración. La interpretación de la clemencia, la necesidad por conocer el pasado, el reconocimiento de la culpa con matices, la doble cara de
Bernard Preynat, el peso de la conciencia y la impunidad del ultraje detonan una búsqueda necesaria. La manipulación del lenguaje adultera un comportamiento agresivo que la infancia se ha tragado a la fuerza. No sólo vale declararse amante pedófilo culpable, también hay que apechugar con sus consecuencias.