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RETRATO ACTUALIZADO DE LA CLASE OBRERA
Película Sorry We Missed You


J. G.
(Madrid, España)

Sorry We Missed You
Ficha Técnica Video Entrevista al director Entrevista a la productora    
No hay trabajo; el trabajo existe pero no personas que quieran trabajar. El grito es unánime y las opiniones encontradas: la búsqueda de empleo que garantice una estabilidad económica se ha convertido en el clamor de una sociedad tambaleante desde cimientos basados en el provecho inhumano, miserable. Ken Loach lo sabe y no ha cesado en su denuncia durante una carrera tan fructífera como comprometida. La unión matrimonial con Paul Laverty, con sus altos y bajos, plasma en imágenes el aire que palpita en los suburbios, entre almas errantes con olor a orín urbano.
El trabajo considerado legal hasta ahora se ha acabado; una raza nueva de operarios a destajo nace. El gen de quienes se agarran a lo que haga falta para llevarse algo comestible a la boca, y distraer al estómago, ha mutado a pandemia. La conciencia baja sus defensas cada vez más manipulables por fórmulas de negocio insensibles.
 
De izquierda a derecha: Abby (Debbie Honeywood), Liza (Jane), Seb (Rhys Stone) y Ricky (Kris Hitchen)  
Ricky junto a su sueño: adquirir una furgoneta propia
La violencia del tiranicidio empresarial es otra forma de cambio climático que justificamos por inercia sumisa: ¿de que voy a comer? ante el deterioro social y personal. Ricky se parte el lomo, saca fuerzas del agotamiento silencioso, confía en un futuro desconocido, camufla su lectura: la continuidad de la explotación. El fundido en negro que abre esta tragedia urbana podría haberse mantenido durante todo el metraje. Los diálogos son descriptivos en su literalidad. Sin las caras visibles, entenderíamos que este descastado es un náufrago a merced de las olas capitalistas que la llamada economía colaborativa ha levantado: un eufemismo traicionero y mentiroso. En un nirvana de integración mercantilista, el protagonista de esta película amarga y realista es ninguneado con inmoralidad recta. Su calvario es retratado con un lujo de detalles que, en vez de molestar, abre los ojos con dureza mientras damos la razón a Maquiavelo sin abandonar cierto malestar crítico. Ratifica lo que sabemos: la supremacía, imborrable, del poderoso sobre el débil; del cacique chantajista frente al obrero explotado. Ante la pérdida de ilusión, busca en su furgoneta propia el estribo al que agarrase para alcanzar el grado de autonomía laboral que le saque del pozo. Sorry We Missed You es la voz del mensajero que certifica un trabajo mal acabado, la meta del repartidor frustrado que cobra por entrega. Mientras, los déspotas de la economía moderna se sienten fuertes en su respeto, donde la confianza demagógica sustituye al contrato escrito.
Ricky y su hija Liza  
Abby en sus tareas de cuidadora social

La asfixia se cuela en el hogar. La vida del trabajador a turno completo ve cómo los problemas crecen gracias a un hijo grafitero a quien la edad le permite meterse en líos con naturalidad, una esposa que se pasa el día mendigando parte del sueldo familiar y se humanizan con la frescura de una hija despierta. Aunque la violencia vaya en el lote y las desgracias se acumulen, Sorry We Missed You no es una reiteración del trabajo denunciante propio de Ken Loach sino otro ejemplo de que la maestría comienza en la sencillez y proximidad entre el personaje y el espectador, algo en lo que el director de Nuneaton es un maestro.

J. G.


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