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CINE Y ESPECTÁCULOS
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LA AMAZONA INDOMABLE
Película Corre como una chica


J. G.
(Madrid, España)

Corre como una chica
Ficha Técnica Video    
Las carreras de caballos, como la mayoría de las disciplinas deportivas, han sido diseñadas por y para hombres. Los trofeos que las rodean son codiciados por magnates, empresarios y deportistas. La tenista Steffi Graf, la séptuple ganadora de Wimbledon, dijo ‹‹Nunca miro atrás, siempre hacia adelante››. Michelle Payne, sin plantearse intenciones reivindicativas, revalidó la frase con su tenacidad y la creencia en una ilusión. Las normas se han hecho para romperlas y la pequeña de diez hermanos sigue este precepto a conciencia. La tradición familiar se pasea por su vida sin alcanzar el grado impositivo. La pertenencia a una estirpe amante de los hipódromos facilitó la crianza entre espuelas y monturas. El largometraje dirigido por Rachel Griffiths marca un punto de inflexión en el ingreso de la mujer dentro de la alta competición. Otra pata de esta carrera campeona es la relación que padre e hija mantienen sin desaprovechar acercamientos y tiranteces. La directora australiana, sobrina de un sacerdote jesuita, maneja con inteligencia el valor necesario del gen consanguíneo en un escenario proclive al sentimentalismo fácil. El cariz religioso no olvida la fuerza de la sangre en el guion durante la primera parte, tentada en ser otra casa de la pradera afable.
 
Michelle Payne (Teresa Palmer) junto a su padre, Paddy Payne (Sam Neill) en su rancho de caballos  
Paddy Payne (Sam Neill)
La aspiraciones de la pequeña crecen con la edad recordando el consejo profesional de su padre-entrenador: galopar es una cuestión de paciencia no de velocidad. Su necesidad por vencer no se corresponde con una visión paternal más tranquila de la gloria. Esta dualidad crea divergencias necesarias para hacer del desencuentro una manera más sincera de estar juntos.
El deporte, lejos de entrar en el terreno competitivo, aparece como una manera de realizarse. La Copa Melbourne de 1991 se sigue como una proyección de Cinema Paradiso en el televisor parroquial. Es una fiesta donde la convivencia, durante 3200 metros, gira en torno a los purasangres la ligereza del jinete cabalgando sobre el aire. 3200 carreras, 361 victorias, 7 caídas, 16 huesos rotos más tarde comienza una etapa en el mundo de Michelle Payne. La experiencia es una asimilación de conceptos definitorios del resultado: fuerza, trote, ímpetu, técnica, espectáculo, anticipación. Las carreras se suceden. La intensidad de los galopes se siente parte del momento trágico e invicto. El hincapié en los procesos de superación desaparece para no alimentar escenarios ridículos.
El padre dando consejos a su hija en una de sus carreras iniciales  
La familia Payne

Los personajes no quieren atragantarse con el éxito. Sam Neill hace una labor discreta que, desde el silencio, respeta las decisiones de una hija especial. El apoyo es mutuo en momentos decisivos sin necesidad de barroquismos. Griffiths se estrena en la dirección abrigada por los actores australianos Neill y Teresa Palmer. El sonido de The Cranberries (Dreams) proporciona un giro urbano a la vida campestre conocida hasta ahora. Amy Shark, WILSN, Sia o Dan Schutte se suman a una banda sonora fresca con aires de música cristiana. El material de época enriquece un metraje amigable y comedido.

Michelle Payne (Teresa Palmer) junto a su hermano , después de ganar la Copa Melbourne 1991, junto a su hermano Patrick Payne (Aaron Glenane)  
Michelle Payne (Teresa Palmer) protagoniza 'Corre como una chica'

Las cosas no son fáciles cuando procedes de una prole con pedigrí. Las agallas y la tenacidad dinamitan el muro del conservadurismo. El tesón se impone a la fantasía en una historia que no admite la rendición. Es una convivencia de decisiones, oportunidades, serenidad y confianza a pesar de que las dudas sean el caballista fantasma que acompaña sin molestar. La amabilidad de Corre como una chica es cercana, prefiere el lado bueno de las cosas antes que el enfrentamiento dramático. La satisfacción gana también las competiciones que no cruzan la meta en primera posición. La duda amarga sobre el destino de la amazona surge al imaginarla si no hubiera sido tocada por los algodones del triunfo.

J. G.


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