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CARTA A UN ABUELO Y PADRE
Película El último Arquero


J. G.
(Madrid, España)

El último Arquero
Ficha Técnica Video    
George Bernard Shaw escribió para la posteridad: ‹‹Sin el arte, la crudeza de la realidad haría que el mundo fuese insoportable››. Las miradas sobre un cristal que trasparenta el infinito planta cara a la fugacidad de los vehículos sobre el asfalto. El pintor canario Alberto Manrique recibe un regalo póstumo de su nieta con el documental El último Arquero, su estreno como directora. Dácil Manrique de Lara lanza un intercambio de sensaciones en donde generaciones distintas se reencuentran con la delicadeza del descubridor y de quien ha olvidado sus descubrimientos. Las sombras se apoderan de la sensibilidad visual escudriñando el pasado con suavidad. El metraje poco convencional es plastilina que deja hundir las caricias en busca de un ayer no tan cercano como parece. Los recuerdos son testigos de una España socavada en lo inquisitorial y el realismo agrario de Buñuel. Las palabras se escriben mientras una mano traza líneas como marcas del destino que no titubea, rectilíneo de principio a fin.
Los testimonios de Martín Chirino aportan paisajes de infancia con nombres tan paradisíacos como Jamaica End. Las imágenes en 8 milímetros se suceden aumentando la presencia volátil de una vida en la que todo pasa excepto la remembranza. Dácil hace del 28 de marzo de 2018 una fecha para no enterrar. La historia de un pintor y una violinista contada por su nieta alcanzar el agradecimiento penetrante.
La nieta guarda el semblante de un arquero del arte. Después de irse para borrar lo ocurrido, el regreso necesita recuperar su presencia. El sabor agridulce que deja lo no valorado en el momento planta cara a la necesidad del encuentro con la vida herida de muerte. Los cuadros ilustran las palabras en off dibujando trazos rugosos, olor a oleo perenne, miradas inmóviles, manos de autor. La realizadora grancanaria se plantea su trabajo como una excusa para acercarse al pretérito mientras, grano a grano, deja un lastre acumulado. Quiere reencontrarse con el ayer agradable y penoso en busca del cariño de sus yayos. Hay ego y agradecimiento, necesidad por escarbar en sus raíces sin tensar la soga del tiempo. El hechizo artificioso de lo paterno fue una apariencia ante la que su mente adolescente sucumbió en busca del progenitor desconocido.
 
Cuadro con el retrato de Alberto Manrique  
Alberto Manrique en su estudio
Las horas trascurren muertas frente al ajedrez de la vida pensando movimientos repetitivos. La evocación y la pérdida de la memoria confluyen en el mismo camino superviviente. La aceptación de la degeneración física es un pilar tan importante como la creatividad artística que no se pierde. La ternura enseña que el amor es un elemento más profundo que lo genital. La necesidad de una mujer buscando respuestas dibuja a su abuelo entre pintura y literatura, arte e historia. También se catan los sinsabores de las rencillas ideológicas, la persecución gubernamental a la que aquel estuvo sometido. Tanta sinceridad se vuelve cruda y dramática al relatar los abusos de la dictadura franquista como una inquisición moderna. Las lágrimas familiares humanizan una narración catártica que homenajea y resulta sanadora. Mientras Alberto prioriza sus conocimientos artísticos a la estabilidad laboral exponiendo en la península dos años antes de que Franco muriese, el talento de Yeya Millares queda eclipsada en este documental íntimo que no resta importancia al apoyo mutuo. Quien la inició en el Arte le recordó su función maternal cuando la conciliación familiar la dictaba el marido. Su iniciativa le llevó a colaborar en proyectos de amigos y revistas para poesía con las ilustraciones. El sentido onírico de estas obras chocaba contra el analfabetismo cultural de la censura política que confundía un dibujo de Liszt con la Pasionaria. La pesadilla imborrable sigue con el comisario Conesa, llamado el monstruo de la Brigada Político Social. El aperturismo cultural se debió a la calidad de Canarias como puerto libre por donde la cultura extranjera entraba. En 1949 se fundó el grupo Amigos del Arte, llamado después L.A.D.A.C. (Los Arqueros del Arte Contemporáneo), creado por Alberto I. Manrique, Juan Ismael, Manolo Millares y Rafael Monzón.
La realizadora Dácil Manrique de Lara revisando momentos de su documental  
Yeya Millares tocando el violín, su instrumento favorito

La pregunta obligada de si es justo renunciar a los sueños por el amor a los hijos, con el sacrificio familiar posterior, sabe a castración que sólo el borrado neuronal puede perdonar. Escuchar al violín de Yeya como acorde roquero en Hold the Line, de Toto, omite los errores padecidos. El último Arquero es arte, pinturas en las que la fantasía y lo interpretativo mezclan realismo mágico, expresionismo alemán con provocación daliniana, vanguardia, luz y homogeneidad en el color. La misión del artista es no dejar de volar y enseñar a otros metas más elevadas. Alberto Manrique, para quien la vida se convirtió en presente sin ayer, fue un arquero de la libertad cuyas flechas surcaron el cielo tan alto que no han podido alcanzarse.

J. G.


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