Los comentarios de Adan Diehl a María Elena Popolizio, su esposa, trasmiten la intención de construir un hotel en el enclave. Su altruismo buscaba compartir la belleza del paraje con otros artistas en calidad de invitados para disfrutar y crear. La visión más comercial de ella propuso la división de las estancias en una zona para clientes y otra para amigos. Hizo de la hostelería un principio para crear comunidad. A pesar del lujo ofrecido, su inaccesibilidad lo convirtió en un alojamiento especial. Sólo se podía llegar por barca hasta que el ingeniero Antonio Parietti Coll inauguró la vía de comunicación terrestre en 1930, una año después de que la edificación del complejo comenzara.
Las actividades culturales complementaban la oferta hostelera como la semana de la Sabiduría, el impulso de Camilo José Cela al proyecto pedagógico con la revista Papeles de Son Armadans, la fundación del Premio Formentor en 1961 o el Premio Humor y Tolerancia creado por Mingote. Las reuniones de 1959-60 y 61 fueron los encuentros de la reconciliación entre escritores del exilio y el resto para dar continuidad cultural. El Formentor ha albergado a literatos como Félix de Azúa, Ida Vitale o Mario Vargas Llosa. Agatha Christie escribió allí la obra Problema en Pollensa. Querido por la seguridad de su aislamiento, es y ha sido anfitrión de acontecimientos políticos singulares como la reunión entre Jaser Arafat y Shimon Peres de 2001. Los nombres famosos se mezclan con declaraciones de clientes sin apellidos ilustres, trabajadores antiguos y comentarios de Miguel Baudas, expropietario del local. Las imágenes de paraje exclusivo están amenizadas por los pianos de Lang Lang, María Joao Pires, Daniel Barenboim, la voz de Kiri Te Kamawa o el director Mikhail Tatarnikov. El hotel Formentor es algo más que Diehl, Tomeu y Simón Pedro Barceló unidos por paralelismos educativos y empresariales que hicieron posible un sueño. |