Entrada a nuestra tienda
To our shop

flecha
Home

 
 
PHOTO

USIK

 

Buscador interno

Loading
pto

.MENÚ
.ZONA GRÁFICA

puntoConcierto 1
puntoConcierto 2
puntoConcierto 3
puntoConcierto 4
puntoRecuerdo 1
puntoRecuerdo 2
puntoBiografías
puntoPasaron
puntoReportajes
linea puntos
ZONA AL DÍA

puntoAgenda
linea puntosAgenda Clásica
linea puntosNoticias
linea puntosNovedades
linea puntos
.ZONA DE OPINIÓN
puntoPágina del Musinternauta
puntoEntrevistas
puntoFrases musicales
puntoCine y espectáculos
linea puntos
.ZONA DE CLÁSICA
linea puntosAgenda Clásica
linea puntosBiografías
linea puntos
.ZONA DE CONTACTO
puntoForo
puntoDe interés social
puntoEnlaces
puntoNewsletter
puntoTIENDA
linea puntos
.ZONA DE OCIO
linea puntosGraffitilandia
linea puntosAnecdotario
linea puntosChistes musicales
linea puntosLetras de canciones
linea puntosJuegos
linea puntosMúsica y salud
linea puntosRADIO
linea puntos
.ZONA DE DESCARGAS
puntoSalvapantallas
puntoProgramas
puntoTonos musicales

pto

 

 



 

CINE Y ESPECTÁCULOS
CARTELERA CULTURAL
Histórico
 
 
 


EL DETECTIVE DESGANADO
Película Maigret


J. G.
(Madrid, España)

Maigret
Ficha Técnica Video    
No queda muy claro si el problema que el inspector Maigret tiene en el largometraje de Patrice Leconte, desde el comienzo al final, se debe al guion o al personaje. Quizás la falta de una mano recta que compenetre interpretación con ambientación sea decisiva en una trama floja. El nombre carismático colocado al frente de esta empresa para defender el estatus misterioso no pone nada de su parte para alcanzarlo. Las novelas de Georges Simenon encumbraron al detective como preferencia literaria sin llegar a las indagaciones de Hércules Poirot ni a la elocuencia psicoanalítica de Sherlock Holmes. El Maigret de Leconte se queda en el camino de la decrepitud individual y el paso torpe que Gérard Depardieu envuelve con una obesidad característica en su abrigo oscuro. La reflexión sobre el crimen y la moralidad desparece en un intento de alimentar expectación gracias a la fragilidad de la víctima femenina. Clara Antoons, convertida en la evanescente Louise Louvière, atrapa la pantalla con su mirada atemorizada. Esta presencia despierta ese halo inexplicable que las historias con enjundia enigmática esconden y prometen ir desgranando poco a poco. Su aparición, casi fantasmagórica, incita a la convivencia entre los mundos de la alta y baja alcurnia. El silencio y las miradas femeninas alimentan una sensualidad con clase. Su entendimiento rezuma discreción y miedo vestido por el mundo de la alta costura.
Aunque el actor francés ha sido elegido para defender al protagonista de Simenon en una enésima entrega de sus novelas, no puede decirse que este sea el Maigret de Depardieu. No lo es debido a la decadencia en la que el comisario se deja caer por los lugares visitados con pereza, cubierto del polvo que proporciona una curiosidad tranquila, refugiada en la pedantería del silencio. No le sobra una mirada tristona que afina su personalidad coja y observación cansada. El Cyrano de Bergerac que dirigió Jean-Paul Rappeneau está cansado, como si su nacionalidad rusa le hubiera sentado poco bien. Una investigación ralentizada por la niebla parisina, que nada tiene de impenetrable, deambula a través de escenarios apagados y ágapes artificiales. La parsimonia por llegar a la resolución del caso transmite la sensación de no rastrear las huellas del crimen. El azar facilita un desenlace de maniquí espectral.
 
 

El aire de tranquilidad aburrida, alejado de lo metódico, no despierta un ápice de interés por seguir las averiguaciones dentro de un ambiente sofocante por su bagatela irrespirable. Maigret no conduce al espectador hambriento de tensión a la escena del crimen a través de pistas que aviven la curiosidad por encontrar al asesino. Lo entretiene con una frialdad plana. Si no apareciera, y se quedara como elemento metafísico, hubiera subido enteros en la carrera de un investigador cansado por la edad y el peso. La lentitud impersonal en los acontecimientos facilita que las telarañas crezcan como enanos dentro de habitaciones vacías, cajones que se abren sin la incitación de la búsqueda o preguntas de formulario. Gérard Depardieu, como corazón del tiempo perdido, da forma a la estampa alicaída, malsonante por su falta de vocalización. Es plano, un monolito sin aristas ni perfiles con interés para la arqueología cinematográfica. Alguien poco dado al discurso racionalizado o al análisis metódico que sustituye por un mirar de sabueso envejecido pero no sabio. No parece interesado en romper los esquemas de una inacción exhibicionista.
La fuerza del misterio perece en las arenas movedizas de la desidia que no estimula la adrenalina en lectores de George Simenon ni en espectadores que lo desconozcan. Jules Maigret, aficionado al buen yantar, es una mirada triste, un saco muerto en su sillón policial, una sombra que desaparece en el vacío de su misterio. La fotografía oscura y los actores poco entregados a la empatía del jeroglífico esconden una perversión poco explotada, más interesante que la inocencia o el encubrimiento. No debe confundirse melancolía con sopor ni pesquisas monótonas con retales de atmósferas detectivescas.

J. G.


La revista Photomusik no se hace responsable de las opiniones de sus colaboradores expuestas en esta sección
.
Texto: www.photomusik.com ©
<< 2021       < anterior          siguiente >       2023 >>

© Copyright Photomusik.com