En 2017, se corrió la noticia falsa de que los servicios de espionaje ruso poseían información comprometida sobre el presidente
Donald Trump. El empresario y político republicano se convirtió en maestro a la hora de difundir
noticias falsas. La inteligencia dirigida por Moscú utilizó esta técnica como libro de cabecera contra elementos molestos a su autoritarismo con intención de entorpecer su labor. La táctica ofensiva esconde una maniobra criminal secuestrando y alimentando la acusación basada en información artificial. El sesgo político del vocablo pauta acosos y derribos contra personas molestas que trastoca los cimientos de una sociedad puritana orquestada desde la capital rusa. Estos guardianes de la ética nacional, próximos al universalismo dictatorial, lanzan sus zarpas contra lo que signifique acercar culturas y formas de pensar a través del arte.