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TRECUERDOS DE FAMILIA
Película Aftersun
J. G.
(Madrid,
España)
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Ficha Técnica |
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Es difícil conectar con Aftersun para completar un recorrido con el que se acabe empatizando. Pasado y presente se mezclan en imágenes perezosas para una sintonía duradera. Su consecución, montada con frescura de vídeo doméstico y pericia de cine adulto, busca impactar dentro de un universo tan pacífico como intranquilo. La continuidad de secuencias hiladas por el corazón de sus protagonistas se precipita en movimiento aburrido y poco atractivo visualmente. Por momentos, se parece más a un viaje turístico de bajo conste que al desarrollo de una relación paternofilial marcada por la soledad adulta. La trama se arma bajo el esquema anárquico que supone rebuscar entre las cintas analógicas que componen el recuerdo de una mujer madura decidida a recordar su vida familiar como autoregalo de cumpleaños.
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Paul Mescal se defiende en el papel de padre gamberro que esconde un tormento aireado por motivos sentimentales. El ritmo lento toma distancia con otras películas que buscan ahondar en la comunicación familiar. Su tacto roza la piel de los personajes pero no los sentimientos. El binomio Sophie-Calum se adapta a la cadencia que no admite sorpresas, a pesar de que Aftersun quiera asombrar a través de cierta complicidad. La recolección de postales hogareñas resucita vivencias de manera deslavazada aunque el sentido final se consigue. Quizás sea esa coherencia con el planteamiento inicial lo que haga del largometraje una apuesta valiente por el cine singular y poco comercial. Aftersun es un intento por recoger la esencia de lo intimista a las puertas de una sensibilidad constructiva. Si te montas en el asiento trasero del trayecto, disfrutas del trayecto con perspectiva. La otra opción es observar cómo suben al autobús que los transporta por Turquía sin saborear el itinerario. La vivencia colectiva se instala en destinos flotantes para repostar. Acaso la realizadora británica Charlotte Wells quiera mostrar la lejanía existente entre personas que van de aquí para allá mirando sin ver, quemando rueda por lugares de catálogo. La cercanía marcada por la ruptura opaca el aprovechamiento de una compañía temporal. El recuerdo de una época con sonido de karaoke hotelero sale bien parado gracias a un Sinatra plano, el reclamo de la atención quinceañera con el pop premonitorio de R.E.M. en Losing my religion, los chiringuitos con Macarena o el anarcopunk de Chumbawamba como fondo musical. El paso vago, acompañado de una fotografía suave, activan la reflexión sobre la dimensión individual de las relaciones humanas. |
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La mirada de esta aventura a través del tiempo enfrenta un pasado de transformaciones adolescentes desatendidas con un presente infeliz. La reflexión sobre el recuerdo de un momento más agradable que el presente es visto con ojos adultos, deduce que no fue aprovechado lo suficiente como para marcar huella. La proximidad descubre a un padre más necesitado de este episodio que una hija en pleno crecimiento emocional, sin dejarse atrapara por la inocencia de su edad. El progenitor desarraigado ¿viaja con su hija porque no tiene hogar, porque su soledad le impide socializar? Su necesidad de afecto substantiva un contacto pasajero, sin raíces. El autoengaño pretende olvidarse de su vida trágica por unos días y resucitar la esencia lado infantil que una madurez empedrada le ha obligado a asfaltar. Aftersun apuesta por el metacine compuesto de retales videográficos rodados con cámara casera y espíritu profesional. La continuidad de un estancamiento afectivo es tan plana que cabrea. |
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Texto: www.photomusik.com
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