Al director afroamericano JD Dillard no le interesa la guerra, entre otras cosas, porque su película ha decidido ceñirse a la estructura literario el libro homónimo escrito por
Adam Makos. Pero
Glen Powell, y esas gafas que recuerdan demasiado a la estética arrogante de Tom Cruise en
Top Gun, no pueden evitar la presencia fantasmagórica del actor a pesar de que Powell también repitió en la creación de Joseph Kosinski. Ese tufo a belicismo sin disparos pero que no relaja el estado de alerta cae en el desaliento del soldado convertido en arma de combate sin combatir. El recluta como elemento del engranaje militar sin entrar en acción agota a muchos en los antecedentes de la
guerra de Corea. Por otro lado,
Devotion. Una historia de héroes se desdobla en el argumento humano que hace de la segregación racial su punto fuerte mostrando al primer aviador negro en la
historia de la Marina de los Estados Unidos. Poco más que ofrecer en un largometraje donde las miradas se cruzan hasta alcanzar una amistad imborrable. La labor de la familia sufrida al otro lado del mar no puede faltar en un drama donde la fidelidad conyugal no falla en Jesse Brown, interpretado por
Jonathan Major, ni traiciona al espíritu del soldado americano pero sin la crudeza de
Vietnam. La narración es lenta y pesada dentro de un argumento idóneo para
Cuba Gooding Jr. como el estandarte del negro vapuleado por el racismo institucional.