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CINE Y ESPECTÁCULOS
CARTELERA CULTURAL
Histórico
 
 
 


ATRACCIÓN ASEXUAL
Película Slow


J. G.
(Madrid, España)

Slow
Ficha Técnica Video    
El amor hacia otra persona no siempre conlleva una carga sexual. Marija Kavtaradze, para abrir boca, presenta un inicio de erotismo convencional, donde fluidos e intenciones se mezclan de apasionados. La fuerza del primer plano inunda los recovecos que la imaginación humana deja estériles. Su efusividad en pleno juego pasional (muy adolescente) abre las puertas a espíritus emocionales que disfrutan el encuentro de manera distinta.
Slow hace honor al título para comenzar de una manera lenta pero ardiente, cargada de impulsividad hormonal. Es lo que tiene el amor: muchas veces se confunde con la satisfacción de necesidades biológicas que llevan implícitas píldoras de conexión mística. El largometraje se envuelve en la incomodidad inicial de no saber a lo que te enfrentas, de presentar una situación que no ofrece alternativa a elucubrar sobre lo que viene después. Poco a poco, esa efusividad amatoria se convierte en caricia. La querencia de Dovydas no está unida al goce carnal, como su asexualidad declara. Elena es una mujer de físico musculado y elástico. Esta profesora de gimnasia cuida su cuerpo como herramienta de trabajo plantando cara a un entorno familiar incómodo que encierra traumas. Un encuentro laboral entre ambos facilita que la química fluya. La comunicación genera plasticidad en un grupo de niños sordomudos que ven en la danza la expresión de su bienestar personal. Los cuerpos hablan en las escenas de baile, ligeros y sudorosos. La predisposición de Elena para explicar la coreografía contrasta con la frialdad con que Dovydas traduce las palabras en signos. Son príncipe y princesa de un reino sin límites.
 
Elena (Greta Grineviciute) junto a Dovydas (Kestutis Cicenas)  
La clase de gimnasia de Elena con sordomudos

Slow envuelve sin esperarlo, atrapa con los silencios de sus personajes, con las mirada entre la pareja protagonista, con los paseos urbanos que funcionan como un cortejo virginal. El segundo largo de la cineasta lituana es dulzura que crece lentamente en el horno del idilio. Una vez oficializado a través de la convivencia, las imperfecciones despiertan la parte dormida hasta ahora. Los celos eclipsan la racionalidad que el respeto había dirigido, la frustración de no sentirse colmada y el ansia sexual innecesario para la felicidad chocan. Es hora de construir una intimidad común, de compartir sin absorber y de dar sin esperar nada a cambio. La ternura es más sincera cuando el galanteo supera la fricción corporal. La bailarina y el intérprete de lengua de signos crean su propios códigos explicativos. La convicción asexuada de Dovydas se relaja y la iniciativa de Elena en la cama no funciona. La gestualidad afectiva atrapa al espectador hasta inocularle su aguijón romántico. El desencanto llega cuando el egoísmo que dirige la seducción suplanta a la entrega.

Dovydas traduciendo las palabras de Elena a la lengua de signos  
Elena y Dovydas, amor sin sexo

Los números coreográficos forman parte de esta sensibilidad. El contacto percibido de manera lenta no tiene intención de agotar el tiempo. Elena no es hipersexual pero sí activa; su compañero de aventura, practica una relación más intelectual. Slow es un sinfonía de deseo y amor donde el cuerpo aparece como un elemento decorativo en las relaciones entre hombre y mujer, una canción delicada sobre su fragilidad que tiene a la balada Love conquers all como libro de cabecera. Un baile que permite a la honestidad y la seducción cariñosas danzar acompasadas, sin acelerones; una sonrisa que compatibiliza el buen humor con lo amargo; un diamante cinematográfico sensual y reluciente. Kavtaradze deja claro que la atracción también reside en la cercanía espiritual (incluso con un cristal en medio). Hay paralelismos de esta conexión con una amiga de Elena que vive en un monasterio tras dedicar su vida a Dios. El romance de Slow explora la atracción física, filosófica y afectiva..

J. G.


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