Entrada a nuestra tienda
To our shop

flecha
Home

 
 
PHOTO

USIK

 

Buscador interno

Loading
pto

.MENÚ
.ZONA GRÁFICA

puntoConcierto 1
puntoConcierto 2
puntoConcierto 3
puntoConcierto 4
puntoRecuerdo 1
puntoRecuerdo 2
puntoBiografías
puntoPasaron
puntoReportajes
linea puntos
ZONA AL DÍA

puntoAgenda
linea puntosAgenda Clásica
linea puntosNoticias
linea puntosNovedades
linea puntos
.ZONA DE OPINIÓN
puntoPágina del Musinternauta
puntoEntrevistas
puntoFrases musicales
puntoCine y espectáculos
linea puntos
.ZONA DE CLÁSICA
linea puntosAgenda Clásica
linea puntosBiografías
linea puntos
.ZONA DE CONTACTO
puntoForo
puntoDe interés social
puntoEnlaces
puntoNewsletter
puntoTIENDA
linea puntos
.ZONA DE OCIO
linea puntosGraffitilandia
linea puntosAnecdotario
linea puntosChistes musicales
linea puntosLetras de canciones
linea puntosJuegos
linea puntosMúsica y salud
linea puntosRADIO
linea puntos
.ZONA DE DESCARGAS
puntoSalvapantallas
puntoProgramas
puntoTonos musicales

pto

 

 
 


 


MUSINTERNAUTA

TU OPINION TIENE UN SENTIDO

Histórico

 


MÚSICAS DEL MUNDO
(Espectáculo "La lámpara mágica". "Veranos de la Villa"
Templo de Debod, Madrid, 02 de agosto de 2007)
J.G.
(Madrid, España)
Chakradar

El ruido urbano y contaminante de Madrid se mitiga con los conciertos al aire libre. La cultura estival se vio absorbida por la arquitectura egipcia y los sonidos orientales. Las músicas del mundo se fusionaron en el Templo de Debod formando parte del espectáculo “'La lámpara mágica”.

El proyecto Chakradar nos acercó a la riqueza musical de Egipto, la India, Uzbekistán, el Cáucaso y Asia Central. Esta agrupación musical está formada por tres músicos especialistas en laúd, acordeón, bongo sudanés, tabla hindú, darbucas, panderos, doira, dilruba, guitarra singh, harmonium y teclados, y un cuerpo de tres bailarinas especializadas en la danza tradicional de las zonas geográficas arriba mencionadas.

Chakradar es movimiento. Su sonido es muy tribal. Varía desde el dinamismo de una banda de rock fusión hasta el susurro de una voz chill-out. El círculo dentro del círculo. Estoy convencido de que muchas personas asistimos a este concierto como abanderados de la incertidumbre, con una referencia más imaginaria que real. El lenguaje corporal e instrumental desplegados se convirtieron en uña y carne. Una unión que buscaba la divinidad interior personal a través del movimiento para venerarla en el exterior como a un dios. Su mística se refleja en esta comunión entre música y danza.

Los sonidos guturales, murmullos en vez de frases, con los que se abrió el concierto fueron convirtiéndose en una explosión sonora. En ocasiones demasiado sonora. El pasado se fusionó con el presente apoyándose en notas electrónicas que resultaban inquietantes para un occidental como yo, a caballo entre el breakdance y Verdi.

La riqueza expresiva de los instrumentos se movía entre lo agradable y desconcertante. La coherencia de sus sonidos, o el seguimiento de un rimo matemático, era difícil, rebelde. Chakradar se presentó como un arte capaz de parar los relojes, de olvidar el tiempo: algo impensable en la inmediatez del siglo XXI. Una forma artística que invitaba a dejarse llevar sin buscar el sentido de los movimientos. Para el musicólogo catalán Jordi Savall i Bernadet “Definir la música es tan difícil como tratar de definir el alma".
Si en un ejercicio de abstracción contemplativa cerrabas los ojos, los sonidos de Charkradan te trasportaban al mercado de Marrakech y sus aromas de fuerte té verde y especias, a círculos con encantadores de serpientes. A la ceremonia de la cremación en el río Ganjes; a Sarasvati, la diosa hindú de la música y de la literatura y esposa de Brahma. A los dátiles y el pan de pita del Mediterráneo Oriental. A las meditaciones que The Beatles experimentaron en su época budista o a los alucinógenos que acabaron con Jim Morrison.

Viajamos desde el Cáucaso hasta Asia Central, pasando por India o Egipto. Desde el colorido hindú hasta las voces del Sudán, más rasgadas. Desde la danza de los colmillos de Ghanesa, la diosa elefante, quien, según narra la leyenda, lo ve todo, hasta el cántico de Serguei Sapricheff como cronista de leyendas africanas. Una voz potente. La música de Sudán incitaba a volar. A convertirnos en el Phileas Fog de nuestro propio viaje alrededor del mundo sin movernos del Templo de Debod. Un trayecto que continuó por las desconocidas danzas de Osetia. Una bailarina vestida de blanco, candidata a representar la virginidad, daba la semblanza de la novia que deja de serlo. La suavidad de sus movimientos estaba cargada de erotismo. Ceremoniosos. No dejaban de acariciar al viento mientras mantenía a la figura masculina en segundo plano. El rito de la hembra atrayendo al macho, con una sensualidad en el gesto sólo alcanzable por la suavidad de unas manos de porcelana. No ha habido tanta dulzura en expresión tan mínima. Todo un contraste frente a los movimientos bruscos y acelerados del acompañante masculino, posible reflejo del latir en su corazón. Era un huracán envuelto en simbolismo.
La cuerda del violín y su escenografía recordaban a las películas de Emir Kusturica, donde la tradición es la base de la cultura y música populares. Serguei era un malabarista en el manejo del dogan, o solo de dogan, una enorme pandereta hecha con tripas de cabra. Su destreza cerró este hermanamiento musical con el recuerdo a los templos de Nubia
como telón de fondo.

La música del proyecto Chakradar fue un recorrido sonoro por la cultural musical sin La música del proyecto Chakradar fue un recorrido sonoro por la cultural musical sin fronteras. Por lo lejano, por lo místico y lo popular. Una lección de geografía amena. Su música estimula la imaginación.



J.G.

La revista Photomusik no se hace responsable de las opiniones de sus colaboradores expuestas en esta sección.
Texto y fotografía: www.photomusik.com ©
<< 2006      < anterior          siguiente >       2008 >>
 

© Copyright Photomusik.com