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ROGER WATERS vs. PINK FLOYD
(Concierto de Roger Waters.
Palau Sant Jordi, Barcelona, 21 de abril de 2007)

J.G.

(Madrid, España)
"The Dark Side Of The Moon World Tour 2007"

La estela de Pink Floyd ha dado brillo al contaminado cielo de Barcelona. Roger Waters ha cerrado el círculo que comenzó en mayo de 2002, dentro de su gira "In The Flesh World Tour 2002", en la que presentó "Flickering Flame - The Solo Years, Volume 1". Cinco años después, Roger Waters se enfrentó a la historia en el montaje "The Dark Side Of The Moon Live". En esta ocasión, además de recordar sus temas de Pink Floyd, interpretó al completo la pieza "The Dark Side Of The Moon", un disco que ha alcanzado los 23 millones de copias vendidas. La música de Waters, a parte de su interés sonoro, es todo un espectáculo. Fue una noche llena de magia, esplendor y muchos recuerdos.

El Palau Sant Jordi se encontraba abarrotado. Para entender el verdadero significado de este ambiente era necesario disfrutar del concierto desde el gallinero. Saborear el sudor y las emociones de la multitud. El público asistente estaba impregnado de una misma sensación, el recuerdo de Pink Floyd. El líquido amniótico que mantenía viva a la gente en un útero muy especial.
Eliminando adjetivos, entre otra cosas porque no los necesita, Roger Waters se mostró como el alma mater de una banda histórica en la música del rock progresivo. Es muy criticable el hecho de que, una vez conquistada la fama y sin grupo al que agarrarse, Waters se dedique a
pasear por todo el mundo las canciones que le convirtieron junto a Pink Floyd en una mega estrella musical.

Roger Waters dio por cerrada su etapa con Pink Floyd en diciembre de 1985 tras una disputa con Gilmour por cuestiones más mercantiles que musicales. Gran parte de las canciones interpretados en el concierto eran de su autoría o creadas junto a David Gilmour. A parte de las disquisiciones legales, la música de Roger Waters no se ha visto alterada con el paso del tiempo a pesar de las remasterizaciones que han exigido las nuevas ediciones digitales del trabajo. La suya ha sido toda una vida dedicada a la música. Después de Nicholas Berkeley "Nick" Mason y Roger Keith Barrett (alias Syd Barret), Waters representa el espíritu de una música sinfónica que puede pecar de cierta megalomanía, pero nunca de vanidad. Su música es alucinógena y alucinante. La grandiosidad del talento de Waters se ve reflejado en canciones como "A Saucerful Of Secrets", "Set The Controls For The Heart Of The Sun" (Ummagumma, 1969), "Sheep" (Animals, 1977), "The Post War Dream" (The Final Cut ,1983) "Eclipse" (The Dark Side Of The Moon, 1973) o "Welcome To The Machine" (Wish You were here, 1975) ¿Sólo canciones o grandes obras épicas?... De todas ellas, y muchas más, dio buen repaso en su gira "World Tour 2007". Una gira que ha ido desde el Madison Square Garden hasta China o Amsterdam, pasando por Barcelona.

El concierto de Barcelona se presentó con un "In The Flesh?" algo modificado, cuyos acordes de guitarra hacen su música más universal. Psicodelia y explosión que abría el álbum doble "The Wall", psicodelia y emoción que llenaron de nostalgia el Palau Sant Jordi. Este comienzo fue apoteósico y la continuación con "Mother" calmó en cierta medida el ambiente ya encendido. El público no dejó de tararear la canción, Waters debía de sentirse orgulloso de tener una audiencia tan entregada como el que allí se había reunido. Otro de los elementos que dieron sabor al concierto fue el despliegue de tecnología sonora y visual que derrochó. Los conciertos de Roger Waters utilizan elaboradas vídeo-proyecciones de gran escala, una puesta en escena muy teatral y una serie de efectos especiales para subrayar y acentuar el poder de la música. Toda ello origina un sonido envolvente en 360 grados que usa las últimas innovaciones tecnológicas. Música e imagen hicieron del concierto un arma de protesta contra la guerra, los convencionalismo, el poder del dinero y el abuso de poder. La tecnología en ningún momento eclipsó el espíritu de su música. Su música es muy visual.

El recuerdo a Syd Barrett, fallecido en 2006, llegó con "Shine on you crazy diamond", canción en la cual el concierto tomó un cariz más metafísico. La muerte y su espiritualidad se materializaron en el rostro de Syd. Sus imágenes salieron proyectadas sobre un pantalla gigante en tonos anaranjados, alucinógenos, como si de hologramas se trataran. Su mirada era inquisitorial y penetrante. Silenciosa y elocuente. Las proyecciones, acusadoras, se iban superponiendo lentamente, tenían la fuerza de una persona que había consumido su vida sin conocer barreras, la guitarra de Waters puso las palabras. Su rostro y la música de "Shine on you crazy diamond" desprendían un enorme sensación de vacío, de lo poco que somos. Fue un golpe de efecto hacia los más nostálgicos. Los temas "Wish You Were here" y "Have a cigar" continuaron con este aire filosófico, en al onda de los primeros Pink Floyd. El concierto fue construyendo un hilo conductor en el que las reflexiones vitales acompañaron a la música, enriqueciendo el contenido del show. Roger Waters se comportó como un elemento más del atrezzo escénico, lo cual le honra. En ningún momento se mostró superior al elenco de profesionales que le arropaban, entre otras cosas porque sin ellos Waters no sería el mismo. Los genios también necesitan ser ayudados para desarrollar su genialidad. Si letra y música del ex Pink Floyd son una explosión de psicodelia, en ocasiones neurosis, el montaje visual del concierto mostraba ciudades vacías, mucho hormigón y mucha tecnología pero nada de comunicación. Es una forma de denunciar el aislacionismo que el hombre del siglo XXI ha ido construyendo. En el fondo nos sentimos solos, aislados, sin conectividad. Imágenes globalizantes, ciudades modernas y solitarias .Nihilismo.
La música de Waters hacía más apabullante ese vacío.

El ambiente sideral vino de la mano de "A perfect sense", en el que un astronauta sobrevoló el pabellón. Por un momento salió de la nada la figura surrealista de Stanley Kubrick y su película "2001: una odisea del espacio". Las imágenes astrales de la Tierra y la Luna estuvieron muy presentes en el escenario, ésta última como referente del concierto. Imágenes que mostraban a una Tierra caótica, denunciando su muerte paulatina. La música de Roger Waters se encargó de recordarnos las atrocidades que se están cometiendo contra ella, cómo estamos abusando de su paciencia. ¿Nos valdrá de algo?... En más de una ocasión la figura de Waters y su guitarra aparecía sola ante la inmensidad del universo, lo que nos hace reflexionar a cerca de lo minúsculos que somos. Era una representación kafkiana de nuestra vida. En el fondo escenificaba que no somos nada, independientemente de nuestras creencias. Nietzsche, Kafka y Beethoven se dieron cita en el Palau Sant Jordi.
El descontento político de Roger Waters se vio de una forma muy clara en "Southampton Dock" y "The Fltecher memorial home" ("The final cut"), sendos alegatos anti belicistas. Una forma de restregarnos las vergüenzas propias y la sinrazón que nos apodera. Un ¡basta ya de tanta locura! Una manifestación anti-sistema en la que no hizo falta presencia policial. La repulsa a la guerra que describe el vídeo de "The Final Cut" fue la denuncia más personal de todo el concierto, con el recuerdo a un padre que no pudo conocer por una contienda bastarda, como cualquier contienda. En un intento de acercase más al público, narró su experiencia como autoestopista a los 17 (1961) en el Líbano, de donde quedó asombrado por la hospitalidad de sus gentes. "Leaving Beirut" fue un tema dedicado a esas personas. La canción estuvo acompañada de unos dibujos animados de fondo que iban ilustrando la letra a modo de sketch. Viñetas en blanco y negro par darla un aire más trágico y sombrío. La crítica directa a Bush se vio patente en la frase “oh George, oh George, That Texas Education Must Have Fucked You up when You Were Very Small”. Somos un sombra de nuestros actos.
El Waters políticamente incorrecto siguió reflejándose en "Sheep" (del LP "Animals", 1977) ambientada en la fábrica de Battersea Power Station, en Londres, mientras el cerdo ""Algie", el mismo que aparece en la carátula del disco, recorre el techo del Palau Sant Jordi tatuado con frases tipo:
"Sometimes Democracy must be bathed"
"Blood"
"Death Solves everything"
"Religions divide us"
"Kafka rules OK"
"Nearly a laugh but really a dry"
"Pig Bush"
Verdades como puños.

La segunda parte del concierto estuvo dedicada casi íntegramente a "The Dark Side Of The Moon", cuando la noche ya había cubierto la Ciudad Condal. Comenzó con "Speak To Me", otra referencia a la soledad del hombre actual y su necesidad de comunicación. A partir de este momento, Waters se queda en segundo plano, dejando el peso vocal a John Carin y Dave Kilminster. En "Money" era evidente la referencia al consumismo y al dinero, elementos sin los cuales la vida de muchas persona dejaría de tener sentido. Este agobio tuvo su descanso con "Time", donde el tiempo se presenta como otra de las grandes preocupaciones del ser humano. El sonido y textos críticos de la primer parte fueron menos amargos y máspreciosistas, para perderse en ambientes más psicodélicos. La música estaba ambientada con espectaculares juegos luminosos. La ejecución de "The Dark Side Of The Moon" fue clavada a la original sin observar la introducción de elementos innovadores en su música. Los bises legaron con piezas de "The Wall", un trabajo más testimonial que conceptual. La última vez que se tocaron los temas íntegros del álbum fue en 1990 para conmemorar la caída del Muro de Berlín. Ni un fallo, todo milimetrado. Junto a Quadophenia y Tommy, The Wall se puede considerar como la tercera gran ópera rock de la historia.
Hemos asistido a un concierto generoso incluso en su duración, casi tres horas, bises incluidos. La dimensión espacio-tiempo se ha superado, como cuando Charles Elwood Yeager rompió por primera vez la barrera del sonido el 14 de octubre de 1947. En el Palau no había gravedad, Waters hizo flotar a la multitud que disfrutó de su música en una nube de color.


La singularidad de este concierto, y toda la música de Waters, reside en el aire operístico de sus composiciones desde "The Piper at the Gates of Dawn", pasando por "Animals", "The Final Cut", "The Dark Side Of The Moon", o "Ça Ira", la ópera que ha terminado después de 16 años de composición.
El concierto fue sobresaliente y la música de Roger Waters eclipsó cualquier recuerdo hacia el resto de los miembros de Pink Floyd. Para los más románticos, se puede decir que virtualmente todos estaban allí, porque Pink Floyd es más que un grupo: es un acorde, un sonido, una época, una manera de interpretar música.

El concierto de Roger Waters significó un repaso a la historia de Pink Floyd, que es como hablar de la historia el rock sinfónico.

Roger Waters
fue Roger Waters para muchos. Para otros, el recuerdo de su etapa con Pink Floyd. Para todos, un genio. ¿El círculo se ha cerrado?, ¿conseguirá Waters la cuadratura del círculo?

J.G.

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