El Rock & Roll volvió a respirar en la madrileña sala Caracol. Hemos podido comprobar que el mercado nacional no deja de lanzar buenísimos cerebros musicales, muchos de ellos guardados en las tinieblas del éxito a escala reducida. Se inhaló rock por partida doble en un local concertístico caracterizado por ser el trampolín de grupos nacionales que hoy apadrinan a los jóvenes talentos.
Esta música no existe por la fuerza impactante de las grandes estrellas mediáticas, sino gracias a una avanzadilla compuesta de cachorros inconformistas luchando por abrirse camino en un mundo de bestias. Hoy, hemos entrado en la guarida de unas fieras humildes. El directo sin concesiones comenzó a moverse de la mano de Madre, unos madrileños que se dejaron la piel en el escenario; hicieron un rock desnudo y caliente. “Surfer” fue el tema presentación de una traca festiva llena de riffs. Su potencia caló pronto en un público que, con discreción, comenzó a mover el esqueleto; sin sentir la incomodidad de las aglomeraciones sudorosas. Las canciones de Madre fueron absorbidas placenteramente por alguien que sabía lo que venía a escuchar. Cantaron nueve temas, la voz de Patricia Álvarez se contorsionaba delante del micrófono, su presencia fue ola.
La alternancia entre cortes originales y versiones (el tema principal de la película “Grease” y "Rocking is ma' business" de Four Horsemen) dieron la entrada al rock purista de Teo y su banda. Se lo dejaron a punto de caramelo.
69 Revoluciones tuvieron que forzar la maquinaria más de lo que su nombre indica para superar la potencia impuesta por los chicos de Pati. Sonaron a rock más sureño que no tiene nada que envidiar al de grupos americanos, de crianza, con un esquema musical bien armado. Salieron a por todas, arrancando con el tema homónimo que abre su nuevo trabajo: “Haciendo Equilibrios”. El título huele a ligereza alambrista, incertidumbre que desde el comienzo queda despejada gracias a su solidez escénica. Sus canciones beben de los Rolling Stones, el Blues o los Beatles, logrando un estilo propio de cantar y moverse, sin teatralidad en sus poses.
La música de 69 Revoluciones suena a carretera, a ciudad, a Blues, a rojos y azules intensos, a melenas, a resacas. Teo lleva impresa la imagen de Rosendo, las estrofas que salen de su garganta rugen duras y actualizadas. Aunque no te consideres un seguidor de los extintos Maldeojo, hay que calificar su trabajo como insignia del rock nacional.
Intercalaron temas del nuevo disco (“Libre de Pecado”, “María”, “A través del cristal”) con himnos anteriores (“Dime”, primer single de “69 revoluciones” o “Lo que queda de ayer”); recuerdos al segundo álbum con “Para morderte”. Como primicia de su tercer LP sonó “Estrellas de Tocador”. Estuvo presente el recuerdo a las noches de viernes, los colegas de toda la vida; el barrio de Lavapiés y el pub El Botas en “Son solo domingos”; hubo improvisaciones instrumentales de los Stones (“Sympathy For The Devil”) y Bon Jovi (“You Give Love A Bad Name”) con Santiago Ruiz a la guitarra acústica.
El sonido de 69 Revoluciones supo encajar como en un puzle eléctrico dentro de una velada de rock nacional de proyección internacional. Es reconfortante conocer y escuchar a estas bandas que se curten con el fuego de su imaginación.
