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UNA MUERTE ACERTADA
(Amanda Palmer. Presentación de "Who Killed Amanda Palmer?". Sala Caracol, Madrid.
14 de febrero de 2009)

J. G.
(Madrid, España)

Amanda Palmer

Amanda Palmer es un torrente musical. Quienes disfrutan con las onomásticas, este 14 de febrero ha sido un Día de San Valentín en donde hemos podido ver como muerte y vida son un mismo ente: amor. Amanda Palmer ha presentado en Madrid “Who Killed Amanda Palmer?”, pudiendo disfrutar de su talento al órgano y del performance que la acompañó. El recuerdo de The Dresden Dolls va con ella, fue una máquina de hacer canciones sencillas y emotivas, orquestadas por su voz. Buscó la complicidad con el público y la tuvo. El icono de la revolución sexual femenina se había convertido en un objeto de deseo musical y erótico.

Las buenas vibraciones de Amanda estuvieron precedidas por el saber hacer de Boat Beams, un trío de mujeres cosmopolita: la australiana Josephine Ayling en la guitarra y parte vocal, la viola de la americana Alisha Buttke y la española Aurora, que ha sido chelista de Russian Red. La voz cálida de Josephine Ayling fue el reflejo de su sensibilidad. Su música se degustó en la tranquilidad, aceptada por paladares exquisitos. Josephine recordó en ocasiones a leyendas celtas y Stonehenge, tenían un feeling particular; en otras a la campiña inglesa, un río en su fluir denso y sereno. El chelo, violín y una voz medida hacen de esta banda una grupo a considerar en el panorama indie español con toques de étnico.

La carrera artística de Amanda Palmer siempre estará unida a The Dresden Dolls. La mujer de la lágrima perenne se acompañó por un toque under que no le hizo pasar inadvertida. Las canciones de su nuevo disco fueron una alternancia de misticismo y rabia, donde el órgano electrónico se da la mano con el violín más clásico. Amanda ha creado un mundo underground propio con un estilo y voz particulares. La ironía de la artista neoyorquina llega hasta el punto de autoclasificar su música como “Brechian punk cabaret”, un invento suyo ideado para no ser encasillada por los periodistas en algo que ella no querría. Este recuerdo al dramaturgo alemán del dieciocho Bertolt Brecht tiene un significado serio, condicionado por la labor de la música de Amanda: el espectáculo.

Bertolt Brecht deseaba reinventar la función social del teatro sin destruirlo como institución. Amanda secunda esta función innovadora aportando su talento musical en un escenario diáfano, con la colaboración en algunas canciones de The Danger Ensemble, una experiencia visual integrada por artistas innovadores mezclando danza y teatro. Sus miembros representaron las ganas de reinventar el teatro en su dimensión socializante. El nuevo trabajo de Amanda habla del aborto, la política, de temas que tocan la hipocresía moral de hoy; su inconformismo innato le lleva a un rock alternativo elegante que denuncia con un teclado y la escenificación de las canciones. Los conciertos de Amanda son performances donde letra y mimo se necesitan para alcanzar su fuerza expresiva. “Who Killed Amanda Palmer?” es reinvención e interpretación, mucho escenario.

El mundo artístico de Amanda Palmer se forjó en las representaciones teatrales a pie de adoquín. Su talento es carne de la calle, el gusto por el teatro callejero se nota en sus conciertos, incluso la influencia de la neo-psicodelia, el Ambient, el rock gótico, recordando los mejores tiempos de Shadowbox Collective.
Todo este bagaje se ha aplicado en su nuevo disco porque Amanda Palmer & The Danger Ensemble sólo se entenderán si se conocen las bases del teatro callejero y de la música teatral.
Si cambiamos el nombre de Amanda por el de Laura, manteniendo el apellido Palmer, viene a la memoria el título de la famosa serie televisiva de suspense creada por el tándem David Lynch-Mark Frost que marcó un antes y un después en las narraciones de thriller psicológico, “Twin Peaks”. Laura Palmer nunca apareció viva.

La noche no comenzó de buena guisa en la sala Caracol, ya que Steven Mitchell Wright, miembro de The Danger Enesemble, un personajillo de escenario, tímido y con amplia sonrisa, estaba punto de dar una mala noticia. Anunció con un tono calmado, de manual, que Amanda Palmer había muerto y sólo quedaba la resignación de escuchar música de su fantasma. Aunque sólo fuera por un momento, todo el mundo tuvo en mente la misma pregunta: “Who Killed Amanda Palmer?” (“Quién mató a Amanda Palmer?”). Las luces del escenario oscurecieron; entre el público surgió una cohorte de robots hieráticos que portaban sobre el hombro el cuerpo de Amanda Palmer, ¡muerta!. Parecía un ritual demoníaco más que funerario, mientras avanzaban ente la sorpresa de un público atónito, cazado por la muerte. Le habían cubierto el rostro con un velo blanco, de casamiento; depositaron el cuerpo sobre un taburete, detrás del teclado, y ese cadáver resucitó. Así es como Amanda Palmer decidió comenzar su concierto en Madrid: muerta. Las referencias psicoanalíticas continuaron con ese teclado rodeado de rosas, a modo de nicho mortuorio. La imaginación se impregnó de una Ofelia shakespeariana, casi espiritual, flotando en un remanso del río Hogsmill, representada en el cuadro de Millais.
El rito de vivir la muerte dentro de un pseudo enterramiento desapareció con las notas de “Astronaut”, el tema que abre su nuevo disco. Los oídos despertando al placer de la música.

Amanda Palmer permaneció desnuda en el escenario, sólo con el órgano, defendiendo sus canciones. La sala enmudeció desde el primer acorde, se había creado algo mágico en el ambiente. Todo fue silencio, excepto las notas de “Oasis”, “Have to drive”, “Amperand”, Ask Amanda” o “Guitar Hero”. Las canciones dramatizadas por The Danger Ensemble resultaron ser una traducción visual en un concierto dominado por el lenguaje de signos. Amanda fue un huracán ante el órgano dando carácter a las letras reivindicativas del disco.

Cualquier ruido, por pequeño que fuera, molestaba. La nota reflexiva fue puesta por “Strength Through Music“, escrita en un momento tenso coincidiendo con la Matanza del Instituto Columbine. Lyndon Chester, en un gesto lloroso, acompañado por las notas de “Strength Through Music“, fue leyendo el nombre de los estudiantes asesinados. El tiempo retrocedió diez años. Amanda dominó la escena, sus canciones sonaron serias y placenteras.

No recuerdo si al final de “Twin Peaks” se descubrió al asesino de Laura Palmer, pero Amanda Palmer nos mató suavemente con su música.

 

 

J. G.

La revista Photomusik no se hace responsable de las opiniones de sus colaboradores expuestas en esta sección.
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