El peligro que tienen las grandes bandas es que, en muchas ocasiones, las expectativas se comen a la realidad. Se lo debían al público de Madrid, y éste les ha recompensado con su obación. Foreigner demostraron que siguen siendo una gran banda de rock. La sorpresa del cambio en su formación, con Kelly Hansen a la cabeza, y comprobar su respuesta en directo, traía la aprovación de su triunfo en el Sweden Rock Festival. Foreigner es un monstruo que arrasa éxitos y pabellones, con ventas superiores a los cincuenta millones de discos en todo el mundo.
Desde que se conoció el itinerario de su gira europea, la noticia de que los anglo-británicos tocaría en España corrió como la pólvora por los foros electrónicos y entre el bis a bis. Casi era de lo único de que se hablaba, manteniéndose un secretismo singular a nivel de promo. Decir Foreigner es referirse a una época emblemática en el rock, con las grandes bandas desplegando todo se potencial instrumental.
La gira "No end in Sight", título del último recopilatorio, traía el sello de Kelly Hansen en la voz principal y la referencia fundacional de Mick Jones, un dinosaurio que aún no se siente pesado. Las guitarras se disponían a dar batalla en un escenario austero, con su nombre grabado el letras plateadas ante la historia musical. Son sinónimo de espectaculares puestas en escena, tecnología punta. Nada de eso, aquí cuidaron la austeridad. Se revolvieron por un escenario limpio de cachivaches que impidieran el movimiento libre.
Esa limpieza aceleró el estallido de Jeff Pilson (ex DOKKEN, MSG o DIO) con un bajo suicida, meteórico, aguantando el peso del grupo. Llevó el pulso escénico corriendo de aquí para allá, sin parar. Fue un frenesí de sonidos maratonianos apoyando a los teclados de Mick Jones en “Colder As Ice”. La música de Foreigner comenzó a lanzar fuego eléctrico con su guitarra.
La guerra estaba servida desde los primeros riffs de “Double Vision”, el estalido del público fue mayúsculo. Salieron a matar. Se lanzaron al vacío con los arneses asegurados por una trayectoria que ha tocado el rock en todos sus aspectos. La marca de Lou Gramm era de obligada presencia, sobre todo en el melódico “I Want To Know What Love Is”. Kelly Hansen (ex Hurricane) entretuvo y mantuvo al público con el apetito a flor de piel.
Hablar de Foreigner es hablar de éxitos. Las canciones que se trajeron eran una ajustada recopilación de sus álbumes más representativos (“Foreigner“, “Doble Vision” o “Agent Provocateur”). El ambiente perfecto se creó desde el principio gracias a “Waiting for a Girl Like You”, con Mick Jones al teclado y el coro del imparable Pilson. Lanzaron sus compases a una dimensión astronómica acompañado de un Hansen elevado.
Las palmas fueron llenando la sala, la piel se había erizado por la maestría de Jones. Dentro de estas coordenadas, con todo encarrilado, su entrega fue creciendo, siempre medida por la pauta escénica del vocalista.
Esta memoria musical que significa el repertorio de Foreigner no le enterró en su pasado. La savia nueva de “Too Late” adelantó lo que será su trabajo para 2010. Jeff Pilson volvió a derrochar energía y habilidad. Las guitarras siguieron llorando en “Dirty White Boy”, acompañadas por un batería espléndido. El ex-Supertramp (ahí es nada) Bryan Head no dejó de imprimir la fuerza acústica necesaria para que la sala temblase. Su trabajo fue callado, nunca silencioso: como un amigo invisible que no conoces con quien puedes contar. Los riffs de Mick Jones volvieron a demostrar que por algo es el fundador del grupo.
El éxtasis cardíaco se tranquilizó con un Jones acústico. Se notaba como iba paladeando cada nota en “Say You Will”, otro mítico del 87, dejando a su banda en a capella. Los solos increíbles de “Starrider” se adueñaron de los años setenta, de un Foreigner auténtico, iniciático. Los vientos de Tom Gimbel (ex Chicago, Blood Sweet And Tears o Aerosmith) escribieron una de la páginas más bellas del concierto, recordando lo mejor del progresivo.
La traca final comenzó con su saxo en “Urgent”, doblando a la canción original. “I Want To Know What Love Is” sonó más soul, fue el himno que se guardaron para los bises junto a “Long, Long Way From Home” y “Hot Blooded”. El resto lo puso el entusiasmo de la gente: saben recompensar lo bien hecho. El concierto de Foreigner tuvo espacios para el lucimiento individual y del grupo, siempre bajo los temas convertidos en biografía musical.
La voz de Hansen ocupó un espacio en la vertebración musical de Foreigner, dándole un toque glamuroso, a lo Steve Tyler. Se presentaron en un concierto casi fantasma y la química de nuevo funcionó.
