El rock nacional está vivo; escondido, pero irreductible. Los locales madrileños de música alternativa se resisten a la crisis. Gruta 77 es un ejemplo de ello. Es un garito de paso obligado para bandas que están comenzando y necesitan un rodaje. Esta sala despide el primer mes de 2009 con doble dosis de rock-punk. Los Tremendos R’n’R Criminal y el cuarteto de rock-punk catalán Lilith no repararon en gasto físico ni musical durante este concierto, ya cuando los búhos y los taxis son los únicos paseantes de Madrid.
Lo de cumplir los horarios es algo que la mentalidad madrileña no tiene bien asimilado: el concierto comienza con una hora de retraso sobre la prevista. Las luces del merchandising se encienden. Su negro iluminado se funde con los posters y pegatinas que empapelan la sala: nombres que ahora son pilares del rock nacional y otros que no se han vuelto a escuchar. Una decoración fetichista llena de recuerdos.
Hay pocas bandas que te enganchan desde el primer guitarrazo. Los Tremendos son de esta especie. Se quedaron desnudos en una gruta abarrotada de gente. Se dejaron la piel, empapados de rock canalla. ¡Qué difícil es y que fácil lo hacen! Su música crecía en fuerza e intensidad. Las baladas fueron pequeños descensos en los decibelios: pasar de 145 bpm a 140. “Hipokresía” siguió este patrón.
Los habituales de la sala conocen bien a Tremendos porque en 2003 ganaron el “III Concurso de Rock En La Gruta”, que organiza esta sala. Hoy son parte de su staff.
Debe de ser agradable tocar en el sitio que te vio nacer, frente a la gente que ha visto como crecías.
Presentaron “Nada es más fuerte”, un disco autogestionado, compuesto por catorce temazos originales como catorce misiles cargados de dinamita sónica.
La Intro galáctica con la que comenzaron su actuación sonó a electrónica sofisticada. El escenario se convirtió en un ring entre la batería y el bajo. Canciones como “Descontrol”, “Inercia, “Monoman” o “GTI” hicieron que la sala se convirtiera en un coro amplificado.
Los Tremendos, a caballo entre el punk y el rock más autóctonos, hacen honor a su nombre. Se han ganado el sudor que les chorreaba por la frente.
Se despacharon a gusto. Su rock fue visceral e impactante.
Lilith en el escenario es una garantía de espectáculo. El gustillo dejado en los oídos de Gruta 77 demandaba más rock. El grupo liderado por la provocativa Agnes atrapó a la sala con la lujuria de sus gestos.
La guitarra de Albert comenzó a tronar nerviosa: una tormenta se avecina. Agnes es una parte de Lilith, pero el nombre de Agnes siempre conduce a Lilith. Es una fiera en el escenario en todos los sentidos, siempre provocativa. Una agitadora del erotismo, un icono del deseo. Tiene mucho de Andy Warhold, del ArtPop, de Twin Peaks, de rock acelerado, de punk visual.
Más de un hombre nos la llevaríamos a casa como muñeca hinchable; sólo con mirarla ya te excitas, y a cuantos les “quitaría el sentío”. Aunque Agnes es la antítesis de la pepona, de la mujer fácil, no le van los Tony Manero ni los hombres que prometen amor a primera vista. Canta sobre la vida real, no cree en los príncipes maravillosos ni en los cuentos de hadas. Es la antítesis del enamoramiento, de similar grafía a Lilit, la primera demonesa de la historia. De casta le viene al galgo.
Su aspecto otorga al local donde canta un aire a cabaret sadomasoquista que quita el hipo. Es morbo, ama-esclavo, es punk rock vertebrado sobre una base de guitarra explosiva: “La Edad de las Mujeres”, “El Amor Duele”. Si el Papa la viera, la excomulgaría de su reino de hostias; Sinéad O'Connor quedaría absuelta por romper la foto de Juan Pablo II en octubre de 1992 durante el programa de la NBC Saturday Night Live; Madonna, y su video “Like A Prayer”, serían santificados. Hasta Dalí le habría convertido en musa suya, por lo que tiene de anti-diva en el escenario.
Es voluptuosidad, sensualidad, salvaje. Mallas rasgadas y cuero ajustado. Underground y punk. Las canciones fueron tan sangrantes como los tallos de las rosas y tan molestas como las ortigas. Las canciones no se quedan en una serie de notas musicales plasmadas en un pentagrama con identidad musical. Su mensaje es el de alguien que no cree en la perdurabilidad del amor, porque es lo más frágil de este mundo. Las canciones del grupo Lilith constituyen pedazos de experiencias personales, por lo tanto son contenidos reales.
“Las chicas no estamos sólo para parir”. Punk rock sin tregua.
Llegan a Madrid para cerrar su gira ”No te R.I.N.D.as”, con su primer trabajo grande homónimo bajo el brazo en un concierto lleno de sorpresas, sin descanso. La música de Lilith no ofreció cuartel, machacando los temas con unas guitarras cortantes.
Lilith nos ha dejado ver y sentir toda su carga expresiva.
