El ministro de Industria, Turismo y Comercio, Miguel Sebastián, lo tiene muy claro: “apostemos por España y los productos españoles”. En China y Nueva York somos conocidos por nuestro jamón de jabugo. "Debemos promocionar el «made in Spain» no sólo en el extranjero", ha dicho. Lo mismo debería de suceder con la música que aquí se hace. Un ejemplo es la iniciativa de la Región Murciana para dar a conocer sus sonidos fuera de la tierra levantina.
Los tres grupos que invadieron la sala Caracol lo reafirmaron con su presencia. Las tres bandas encargadas de ser embajadoras culturales fueron Traje de Uña Nueva, Laura More y Second. Las dos primeras, poco conocidas, estuvieron respaldadas por otra consolidada, que es la que dio tirón comercial al concierto. Estos eventos son una especie de actos de apadrinamiento que, en muchas ocasiones, sirven para engordar en curriculum de los aspirantes a famosos, midiendo la popularidad que les otorga MySpace.
Lo relajado que tiene hablar de grupos poco conocidos es que no hay que devanarse los sesos en comparativas de sus trabajos, ni recordar otros tiempos para calificar su música. Consumamos productos españoles: escuchemos y compremos música nacional.
Ante una sala vacía, donde sólo ocupaba espacio la música de fondo, se hizo el silencio y el corazón de Madrid se convirtió en un eco de cánticos regionales. Los sonidos del folklore y patrimonio musical mucianos vinieron de la mano de Traje de Uña Nueva. Raúl Fruto, un soñador imperfecto, dirigió los hilos de un grupo con canciones desestructuradas. Sus letras iban por libre, eran descaradas, algo insustanciales. Tema tras tema, el grupo daba la sensación de improvisar o de estar en su sala de ensayo. El único que se escapó a esta anarquía fue el bajista, cuya mirada oscura, anónima, se escondía tras unas gafas de sol negras. El batería permaneció absorto en su trabajo, de gesto agachado, casi ciego. Su labor maquilló de buen gusto las canciones.
Los problemas técnicos que les persiguieron acrecentaron esa idea de viernes de estudio y birras. Su sonido se asimila al de una banda de pueblo que deja en el ambiente un olor a chistoso. Personal. Raúl, seguidor de “brus esprintin”, cree que la voz de el Boss se está acercando peligrosamente al acento de Víctor Manuel. Lo mejor de Traje de Uña Nueva fueron los toques bluseros, merecedores de las grandes bandas, que el bajista se marcó durante casi todo el concierto. “El rock and roll no es una ONG”. Pica alto.
La serenidad burlona de Raúl, que en algún momento recordó al humorista Eugenio y su “saben aquel que diu...” no tiene nada que ver con Laura More. Un filón a explotar en la música española. Hace canciones que llegan al corazón, sin encasillarse. Cuando salta, cuando se pone melancólica en complicidad con el micro, cuando se emociona... Es alegre, tiene ganas de guerrear y suena bien. Las letras en inglés invitaron
Sus letras invitaron a bailar, con alguna llamada a la responsabilidad colectiva y solidaria de quienes nos hemos estancado en un letargo social y humano.
En ningún momento abandonó un semblante juguetón e infantil. Su atuendo floreado y mallas negras le convirtieron en otro modelito de Agatha Ruíz de la Prada. Le daba un aire de pepona sonriente, casi pacifista. Su voz fue dulce, sin estar filtrada por arreglos de estudio, sin sonar a mp3.
Nadie está en el papel de juzgar si es perfecta o no, rezuma sencillez. El tono de sus canciones transmitieron sentimiento. Eso importa. El halago fácil es perjudicial y venenoso, aunque un empujoncito siempre viene bien en un mundo dominado por el “qué dirán”.
Esta trilogía de la huerta murciana la cerró Second, hace años una banda promesa que intentaba abrirse un hueco en la escena nacional: como Laura More o Traje de Uña Nueva. Es que siempre es el mismo círculo. Hoy, de teloneros; mañana, de padrinos. A Second ya les tocó el momento de ser segundos. Su fama creció desde que en el 30 de noviembre de 2004 ganaran la final del trofeo Global Battle Of Bands (GBOB), convirtiéndose en una promesa internacional.
Las tablas se notan y José Angel Frutos, su cantante, dio una lección de saber moverse por el escenario. No paró, siempre reinventándose. Vestido de negro, con chupa y pantalones de cuero, hizo un homenaje a la movida madrileña. Su aspecto físico fue un recuerdo del primer Ramoncín, a los ochenta, al rock. Abrieron con “A las 10” para finalizar con “Todas las copas”. En el camino se escucharon “Invisible”, “Her Diary”, “Rodamos”, “Erased” o “Más Suerte”, presentado la canción “Palabras” como el single de su nuevo disco “Fracciones de un segundo”.
La música de estos murcianos internacionales, llena de fuerza y rock, van a más. Tuvieron un sonido depurado y goloso para los escuchar y bailar, con buenas vibraciones. Un broche de cierre correcto para una noche española. Consumamos productos made in Spain.
