Las fiestas populares son un escaparate lleno de vida frecuentado por criaturas inesperadas y divertidas; un balcón desde el que el comportamiento ajeno, posible espejo de cada uno, se observa con asombro; la naturalidad innata que, sin buscarlo, dice mucho; los procederes no estudiados que sacan lo más sincero del ser humano, bullendo escondido en forma de aguante, ratificado por un contrato matrimonial, sobre todo en personas adultas y maduras. Son la pecera de los sentimientos nadando libres.
Entre risas, distensión y humareda de chorizos fritos, quien sabe bajo que medidas de salubridad, la observación se convierte en la guinda de un pastel que muy pocos saborean. Ir a un concierto que amenice las fiestas populares de un barrio es salir al encuentro de lo inesperado.
Mientras el septeto madrileño Hafa Swet ejecutaba sus canciones, una pareja de vecinos, animosa por integrarse entre la juventud, aportaba ternura a esta música como dos escuderos de los de adarga antigua, veteranos en esto de las fiestas patronales y comilonas isidriles. Apostada en la valla metálica que separaba al público espectador del bailón, una mujer, cercana al ciclo septuagenario, miraba con ojos de perrillo curioso el entramado juvenil mientras su marido, oteaba el paisaje en todas direcciones con impaciencia futbolera. Ella engullía ansiosa el bocata de tortilla preceptivo, con más hambre que entusiasmo; partícipe de la ruptura de la monotonía doméstica, se sentía feliz. Él adopta una postura chulesca, protectora, perdido entre la marea humana como un adolescente nervioso ante su primera cita amorosa. Ella, pasota y natural. Un cromo chistoso.
Sonó un tema nuevo, ella prestaba atención y él se impacientó aburrido. La calma se rompió con sus palabras. –¡Cuando quieras, nos vamos! (el olor a impaciencia lo invadió todo). La buena esposa, de nombre desconocido, hace un gesto indiferente y continúa apostada en la valla entre aroma juvenil. –Me parece que son catalanes (el hombre, abrumado por las ganas de huir, no se da por vencido). Y abandonaron el lugar.