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LAS VOCES DEL SILENCIO

PALABRAS SOLIDARIAS
Histórico

 

EL CANGREJO PROGRESISTA
Los vientos huracanados envuelven al PSOE en un tsunami de consecuencias imprevisibles

JGS

Crisis interna en el PSOE
 

El terremoto que sacude al PSOE se veía venir. Sus continuos enfrentamientos internos, encabezados por Pedro Sánchez, le han convertido en la Caja de Pandora que nadie quería destapar. Dentro y fuera de la cúpula socialista sabían que, en algún momento, las disensiones entre críticos y no tan críticos de esta izquierda moderada estallarían gracias a la constancia de un Secretario General obstinado. El PSOE vive en peligro de escisión aunque, a la hora de la verdad, el calor del rebaño es más fuerte que la fuerza de la razón. Es un rebaño formado por carneros que luchan entre sí con pasión de colegial cuando no se sienten acechados por el lobo Rajoy, convertido en enemigo de la manada. Entre estas dos piedras feroces, Rajoy y Pedro Sánchez, acecha, escurridizo, otro macho alfa solitario: Pablo Iglesias. Su apuesta firme por el fin del bipartidismo observa, desde la distancia prudencial, cómo los buitres devoran cadáveres en Ferraz y los tiburones regurgitan la comida indigesta en Génova.

El PSOE está en crisis, el PSOE ha llamado al cónclave improvisado, producto de su confusión creyente. El PSOE se desangra en el gusto por ese lenguaje tan confuso que atrae a los políticos: congreso extraordinario, congreso general, problemas internos, los históricos -sinónimo de dinosaurio-, la familia de los barones, comisión gestora. Hoja de ruta. Palabras y más palabras que dilatan la actual etapa de desgobierno, sumida en una ineficacia manifiesta de la que nadie parece querer apearse. Sánchez se opone a que Rajoy dirija la nave, perdiendo el tiempo en construir castillos de arena, engordando otra burbuja enviciada propensa a explotar en cualquier momento. Ya es hora de que abandone la leyenda de una presidencia alternativa y ponga los pies sobre la tierra.

Pedro Sánchez no ha tenido la entereza de reconocer que con 85 diputados es imposible alcanzar la Moncloa. Ha pecado de orgullo al no crear una oposición sólida capaz de hacer frente a las miserias de un PP devorado por la corrupción (algo de lo que el PSOE tampoco se ha vacunado) España necesita una gerencia estable, no el resultado de una contumacia política. ¿En qué mundo vive Sánchez que ni tan siquiera ha sabido negociar la abstención, agarrado a la pataleta del “No, no y no”. Ahora, este agnóstico potencial nos ha salido más religioso que San Pedro. Su repetitivo no al presidente en funciones, acercándose al glosario económico, se ha ganado la calificación de triple A nefasta: no a Rajoy, no a la legitimidad de las urnas y no al respeto por el pueblo español. El no de Sánchez desnuda su falta de temple político y talla personal. Esta negativa a Rajoy es su propia tarjeta Black con la que ansía comprar el alma de una decisión democrática, sentar las bases de una nueva Alianza de Civilizaciones interna entre la militancia díscola de su partido. El no de Sánchez le ha coronado rey de esa Grecia política en que se está convirtiendo España.
Si tiene que morir, Sánchez morirá batallando mientras se desgasta, asfixiado, en su egocentrismo neurótico.

El PSOE se desmorona por el empecinamiento de Pedro Sánchez mientras Tomás Gómez le lanza puñaladas verbales como revancha por su expulsión del PSM en 2015. El rival de Susana Díaz en el cuadrilátero socialista ha ignorado a los votantes de Podemos, a los de Ciudadanos y a la mayoría que votó al PP mientras ha cambiado la trinchera por el búnker.
¿Para qué valen unas elecciones si, luego, algún político desmadrado no respeta los resultados?

El PP ha ganado la repetición de comicios generales, tras 189 días sin gobierno, en una votación forzada por la cerrazón de Sánchez. Consumidos por este aire viciado, el PP no sólo repetirá victoria en terciarias, si existen, sino que el votante aumentará su enfado castigando a un PSOE embarrado por la roña personal del líder socialista. Su descalabro, heredero de la caída originada por Rubalcaba, se expande entre sus camaradas de Ferraz y, motivo para que salten las alarmas, entre los votantes sinceros que no se excusan en el carné para seguir confiando en él.

Mientras, ¿qué van a hacer quienes ahora tanto lo critican: crear otro PSOE, permanecer fieles a este motín, aguantar el tipo para, luego, cerrar filas en torno a su presidente, ése que tanto han estado maltratando?
Si el Secretario General del Partido Obrero Socialista Español, trastocado y travieso, mañana gana la batalla, ha de reconocer que perdió la guerra hace tiempo. ¿Qué significa querer un gobierno trasversal cuando sus dos posibles amiguetes le han lanzado a la cara su manida fórmula del No? Su lucha de poder se está reduciendo a una grosería populista. La disgregación histórica de la izquierda se precipita, cada vez con más fuerza, hacia un pozo sin fondo: negrura que se comerá la tradición demócrata del PSOE. Sánchez, mientras se ríe del enfrentamiento Iglesias-Errejón, fuerza el descalabro acelerado de su partido por una quijotada nada romántica. Su inmovilismo oligarca asusta con la edificación de un monopartidismo dictatorial.
El rival de Susana Díaz en el cuadrilátero socialista quizás tenga que vender las acciones de su socio mayoritario, por falta de credibilidad, para sanear el balance de su cloaca política y tomar nota de Doña Espe en la bancada del consistorio madrileño.
Mientras, Rajoy espera como lechuza que, taxidermizada, lo ve todo desde su atalaya boscosa: el dibujo de una silueta ensombrecida por Rita Barberá, Bárcenas, Rato y su soledad de ganador electoral.

Los nostálgicos del ejército despertaron de su tumba con el mismo entusiasmo que la juventud turca se lanzó a las calles, formando mareas pacíficas de gente que no perseguía revivir el espíritu de una nueva. La oposición popular siguió la voz de su presidente, en retiro vacacional. Los turcos, llenos de orgullo histórico, han dado una lección de libertad al mundo y a los golpistas.

La política española se ha convertido en un corral donde sus ocupantes pertenecen a la misma casta. Es un Sistema Operativo que no cree en el software libre sino que busca en el software propietario el cordón umbilical invisible que alimente su respiración mientras el virus de la inestabilidad erosiona al PSOE.
En esta barraca de caos ajeno a la realidad, donde las cornadas se han convertido en lenguaje universal, yo me pregunto hasta cuándo Pedro Sánchez seguirá circulando de culo.

 


JGS

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