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LAS VOCES DEL SILENCIO

PALABRAS SOLIDARIAS
Histórico

 

LA VICTORIA DE TRUMP O EL TRIUNFO DEL OPORTUNISMO
El republicano Donlad Trump gana, contra todo pronóstico, las presidenciales norteamericanas

JGS

Donald Trump es el 45º presidente de Estados Unidos
 

El pueblo estadounidense ha otorgado el poder a los argumentos rastreros de Donald Trump, un figurín populista convertido en nuevo presidente de los Estados Unidos. Los norteamericanos han aguantado la respiración hasta el último segundo, después de 693 días maratonianos empañados por descalificaciones sexistas del empresario inmobiliario y correos electrónicos con información sensible en poder de Hillary Clinton mientras ejercía su cargo como Secretaria de Estado (entre enero de 2009 y febrero de 2013). El republicano ha sido un aspirante minusvalorado por su ridícula estampa televisiva, reflejo de que cualquier ciudadano con dinero, poder y un mensaje teatralizado puede llegar a gobernar la nación más poderosa del mundo; dejando a un lado su talla política. El triunfo de la imagen mediática, bañada por la superficialidad, ha podido con el tirón de Hillary Clinton; la caricatura de vaquero rampante, ultra nacionalista y xenófobo le ha ganado la partida a un símbolo de mujer emancipada e intelectual.
Con Donald Trump se acercan nubarrones para la conciliación social, la estabilidad política y el entendimiento militar entre las naciones. Su triunfo es el éxito del discurso misógino, la xenofobia, la islamofobia, las deportaciones en caliente, el derecho a llevar armas en los 50 estados, el aislacionismo mejicano con otro muro de la vergüenza que, en palabras de Donald Trump, “México pagará... Al 100%. Todavía no lo saben, pero pagarán por el muro”. Esta barrera mesiánica, ¿impedirá que otros extranjeros se conviertan en súbditos de la nueva América: afganos, iraníes, chinos, sirios...?

El triunfo de Trump, al que las encuestas daban por imposible, a pesar del último repunte, se ha debido al apoyo de las clases más desfavorecidas: los trabajadores, los cabreados contra la globalización, las voces críticas de la gestión de Obama. El obrero norteamericano que inspiró a Bruce Springsteen en su disco más político, “Born in the USA”, símbolo contestatario a la era Reagan, ha dado el poder a un comerciante montado en la ampulosidad del dólar inmobiliario. Donald Trump es el ciudadano antisistema, dueño de un espíritu extremista envuelto por un lema peliculero (“America first”); detesta las reglas y venera las políticas neoliberales, defiende un sistema del bienestar que ampara a cuarenta y seis millones de estadounidenses sumidos en el umbral de la pobreza, predica un falso patriotismo que confunde la entidad nacional con la doctrina hitleriana.

El voto escondido, bastante enfadado con el sistema, ha apelado, desde la sombra del desencanto y el miedo, a una pérdida de identidad cultural marcada por el racismo. La América multirracial de Obama, construida durante 8 años, se tambalea; 60 millones de votos pueden borrar del mapa americano este logro para convertirlo en fósil del pasado nostálgico.
Después de los últimos incidentes misóginos entre Trump y Hillary, las encuestas daban al candidato republicano como perdedor. Los votantes norteamericanos han abofeteado en toda la cara a las encuestas. La victoria de Donald Trump, negacionista del cambio climático, ha trasformado la temperatura política y moral del planeta. El candidato republicano, de cuestionada validez política, es la voz de una nación que busca soluciones rápidas y fáciles; el triunfo de la democracia en unas elecciones libres; la decepción de unos resultados que vaticinan nubarrones de rencor xenófobo y misógino. Se presentó como una opción que, dentro de su improbabilidad, parecía imposible; su triunfo no debe de cogernos por sorpresa aunque sí sorprendernos.
No es momento de rasgarse las vestiduras por el éxito de Trump sino de permanecer vigilantes para que no crezca un nuevo extremismo radical. En una de esas frases que se graban en el mármol de la historia, radiante de esperanza frente a la prepotencia de Donald Trump, Franklin D. Roosevelt dijo “A lo único que debemos tener miedo es al propio miedo”.

El triunfo de Trump es la vuelta a las cavernas en igualdad social, el florecimiento del poder machista, otra noche de los cristales rotos para la integración racial, el comienzo del aislacionismo mejicano, un acercamiento peligroso hacia el brexit, UKIP o Marine Le Pen.
Los ideales de Donald Trump, encabezando una extrema derecha camuflada de neoliberal, critican el cosmopolitismo por miedo a la pérdida de identidad, a un mestizaje que intoxique su pureza nacional; propician el brote de un KKK amparado en la animadversión a todo lo extranjero que no huela a petrodólares, blindado con egoísmo proteccionista.

A no ser que quiera convertir la Casa Blanca en una gran carpa circense, animado por un belicismo expansionista, patético y trágico, Donald Trump deberá modular su histrionismo de hombre espectáculo. Hacer del triunfo republicano un baño de lágrimas es alfombrar de rosas el camino a Donald Trump.
El cineasta iraní Abbas Kiarostami narró la tragedia humana provocada por el gran terremoto que asoló Irán en 1990 en su película “Y la vida sigue”; después del seísmo desencadenado por la victoria de Donald Trump, las cosas no serán lo mismo en América, excepto que sigue mostrándose como una tierra de oportunidades y oportunistas.

 


JGS

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