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LAS VOCES DEL SILENCIO

PALABRAS SOLIDARIAS
Histórico

 

EL GRITO
Una visión del Día Después a un 8 de marzo
lleno de calor reivindicativo

JGS

'Somos el grito de las que no están'
 

El grito, hoy, se ha demostrado que está en la calle, donde el clamor popular ha eclipsado cualquier pronóstico demoscópico. La gente la ha ocupado de manera pacífica para expresar su disgusto, el descontento por una brecha salarial injustificada, y creciente, entre sexos. ¿Cómo es posible que en un siglo XXI con edad para votar aún existan desniveles más abismales que hace décadas en los salarios del trabajador? ¿Por qué todavía la mujer se apellida precariedad laboral?, por no hablar de aquellas anónimas que no han tenido acceso a un puesto de trabajo, de la juventud, de otras muchas que hoy cobran una pensión mísera, de las que jamás se les ha reconocido su labor como trabajo, siempre con la pata quebrada.
El grito se ha convertido en clamor. Las nuevas generaciones tienen un papel activo y decisorio para cambiar las reglas del juego económico y ético de una sociedad que se jacta de pertenecer al club de un primer mundo exclusivo. Es hora de que la diferenciación por razones de género disminuya brechas, de que el reconocimiento ganancial sea compartido con la mujer, de eliminar la figura del macho ibérico profesional, de que el feminismo no simbolice un hacha de guerra sino la herramienta para compartir el respeto de sus derechos. La educación es clave para alcanzar estos objetivos: una educación que ha de comenzar desde las primeras semillas.

Me gustaría saber hacia dónde mira la Delegación del Gobierno al cifrar en más de 170.000 personas la asistencia a la manifestación de Madrid frente al millón calculado por la Comisión 8M. ¿En qué piensan los medidores de asistencia cuando lanzan escrutinios tildados de definitivos con tanta precisión? ¿Quién miente, quién se deja seducir por el sabor triunfalista de las masas, bajo qué criterios se analiza la densidad de una manifestación, quién sabe contar y quién no? La guerra de cifras está servida.
Madrid ha gritado basta contra el abuso laboral, el resto de mujeres españoles han reproducido esta voz. La huelga, lejos de la cacerolada festivalera que algunos pretenden enfatizar, ha marcado un antes y un después en la lucha que reivindica un trabajo digno, patrimonio de todos.
El hombre está llamado a participar de esta convocatoria desoyendo por cuenta propia las advertencias de las feministas más cerradas. Su presencia juega un papel determinante acallando los estruendos de machos recalcitrantes. ¿Por qué no caminar juntos de la mano en una nueva Internacional más positivista que utópica? Las 120 ciudades que se echaron a las calles han dejando en pañales a las concentraciones europeas. El impacto de la manifestación ha sido mayor que el los paros la huelga. Importantísimo.

Este 8-M ha respondido a una demostración pacífica de fuerza cívica y ciudadana, ha sido una crítica justificada a la mala gestión de las leyes empresariales. Los políticos que apadrinan a patronos sin escrúpulos parecen ignorar la Constitución que tanto alaban, y con la que se duchan cada mañana, y deberían repasar el artículo 35 mientras recogen el guante lanzado por un ciudadano quemado pero no desgastado. Al éxito de la concienciación social le sigue el activismo de los parlamentarios.
Sí, hoy es un día para festejar que no puede permitirse bajar la guardia. Después del clamor en las calles, queda la enseñanza en las aulas, la igualdad en el hogar, anteponer la defensa al desprecio. El triunfo incontestable se ha reafirmado en la batalla del feminismo versus capitalismo. Las políticas de igualdad asistieron ayer a su fracaso. No se escuchó la voz de las mujeres que apoyan la simetría femenina pero no se consideran feministas.
Y mientras, Rajoy se puso el lazo morado de una solidaridad espectral.

 


JGS

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