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MISERIA Y LUCIDEZ DEL ARTE CONCEPTUAL
Y EL COMPORTAMIENTO HUMANO
Película "The Square"
J. G.
(Madrid,
España)
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Ficha Técnica |
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La provocación artística siempre funciona mientras que la provocación moral, destinada a mover conciencias y agitar conductas, suele irritar más que complacer. La provocación es un arma peligrosa y vulnerable, inherente al efecto rebote. Sirve para la reflexión y el entretenimiento; despierta el desacuerdo y solidifica la uniformidad de criterios. Ruben Östlund lo sabe, impregnando su nueva película con cal viva. El riesgo que asume en este largo incendia la confortabilidad, no sólo cultural, con formas inteligentes e intelectuales en el marco de una pedagogía elitista. Y cuando el ambiente museístico se centra en el arte contemporáneo, el distanciamiento con el público masivo se incrementa; aumenta la brecha entre el creador de la idea abstracta y el espectador. The Square, más allá de la imagen, ataca sin compasión y con elegancia obscena en ocasiones, grotesca en otras, siempre incisiva, la socialización urbana de una ciudadanía educada y limpia como es la sueca. Es crítica con los desajustes aceptados e ignorados por una comunidad rica, con la desigualdad que no nos altera, con la podredumbre social cultivada por una inacción consensuada, con esa exhibición de miseria cotidiana tolerada a pesar de que sigamos escandalizándonos ante barbaridades de estridencia visceral. |
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Östlund, igual que hiciera con su largometraje anterior ( ‹‹Fuerza Mayor››), 2014), disecciona la levedad del ser humano mientras la escala de valores se escuda en la estética incomprendida. La intención innovadora del creativo persigue el impacto, la repercusión viral a través de la novedad, sacudir e incomodar, despertar el debate sobre los límites de la libertad expresiva. La visualización conceptual democratiza espíritus en The Square. Busca la tolerancia a través de la publicidad violenta, despierta indignación. Es una bofetada necesaria contra la insolidaridad universal.
El comienzo ya supone una burla hacia la pobreza de nuestras vidas: los efectos desestabilizadores causados por la pérdida de un teléfono móvil para ahondar en el agujero enmarañado y deforme de la conducta social. Christian (Claes Bang) destaca por su pulcritud fría. Sostiene un urbanismo clasista débil por dentro; es el prototipo de una corrección inmadura: su frialdad para con una sociedad de pobres y mendigos, ajena al modelo sueco. |
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Se busca empatizar con la armonía que anhela la implicación del sujeto dentro del museo convertido en manicomio cultural. Es el zoológico de la admiración, el desprecio hacia la creación ajena ante lo que no entendemos o no queremos comprender. El efecto dominó de las redes sociales movilizadoras, y manipuladoras, de opinión. Cómo las estrategias de mercado inteligentemente diseñadas nos afectan más que la misma realidad mortífera sufrida en Afganistán o Siria. ¿Acaso no somos corresponsables de que exista y, al mismo tiempo, la criticamos desde la cercanía física? No queremos tener esa basura dentro de nuestro castillo ecológico aunque podrido. |
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El tono interpretativo sube con el desarrollo de este caos, las escenas aumentan de significación al convertirse en acorazado destructor del aburguesamiento. Östlund no silencia los miedos del yo frente a la fuerza anónima que impulsa al colectivo. La performance, de marco palaciego, en la que se vuelve a los orígenes del hombre, reconstruye nuestra condición animal y despierta al fantasma de Stanley Kubrick.
No se si saldremos con una idea más clara de lo que es Arte, de sus límites y su vasta extensión interpretativa pero sí es cierto que The Square sonroja y divierte con la misma intensidad: desternillante a veces, siempre certera y original. |
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