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RADIOGRAFÍA DE UN CINEASTA
COMPROMETIDO CON LA POLÉMICA
Película Jeremy Thomas, una vida de cine
J. G.
(Madrid,
España)
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Ficha Técnica |
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Lo primero que se enseña en las escuelas de cine es entender el armazón de una película, compuesto por dos elementos básicos: guionista, encargado de literalizar el concepto, y productor, dueño del proyecto final. Jeremy Thomas, una vida de cine es un recorrido por una de las figuras más talentosas, y controvertidas, del universo cinematográfico. El director Mark Cousins sigue una estructura capitular, convertido en acompañante privilegiado de un genio. El documental de carretera discurre por su filmografía con pausa y análisis. El viaje compartido es una ruta convertida en peregrinación anual hasta el Festival de Cannes. La travesía simboliza la tradición de acercarse a la Provenza por carretera en compañía de buena música y charlas sobre cine, recuerdos y observaciones que pueden descubrir un proyecto futuro. El recorrido no es directo, con altos en la Historia, como el Velódromo de Invierno de París donde la deportación nazi hizo su agosto.
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La afición por el séptimo arte le viene de familia al cineasta británico, impulsada por su padre. Los cinco capítulos de esta aventura se adentran en su faceta como productor en momentos donde el streaming y maneras nuevas de consumir cine potencian una piel evanescente. A pesar de esta inquietud, se asume la conciencia de que la parte mercantil debe ir paralela a la artística. El universo de la experiencia se dedica a diseccionar un pasado rico, sus repercusiones en el presente audiovisual. Los vaticinios llevados por el corazón no tienen sentido. Las angustias también se confiesan en este mundo cambiante. La necesidad del sexo en su producción es básica para un mundo donde el hombre actúa como animal movido por las emociones. Las vulnerabilidades de los personajes muestran fortalezas freudianas a través de personalidades impactantes, necesitadas de esta savia. La referencia necesaria al cine de David Cronenberg se para en el tumulto originado por Crash. La línea del pensamiento fílmico no esconde su enfrentamiento a lo que se entiende por polémica. No se habla de imágenes indecorosas. Las sensaciones íntimas, puestas al alcance de todos, siguen una línea argumental más interesante que el calentón pasajero |
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Francois Truffaut dijo en Cannes que la fama deforma al artista. Jeremy Thomas es una mente punk en busca de la contracultura sin dejar de sentir admiración por Steven Spielberg, nunca interés. No oculta su admiración por el cine oriental y la violencia de Takashi Miike, a quien conoció hace once en la alfombra roja de Cannes. Sexo hay en Young Adam, el beso entre David Bowie y Ryuichi Sakamoto en Feliz Navidad, Mr Lawrence o entre Art Garfunkel y Theresa Russell en Bad Timing. Salen retazos de metrajes como Eureka; Kon-Tiki; El cielo protector; alguno de Abbas Kiarostami; Dogman; Pinocho, la más reciente de Matteo Garrone; el documental de Jullien Temple, Crock of Gold: Bebiendo con Shane MacGowan; series televisivas ( Powell and Pressburger). La mención a Greta Garbo en La reina Cristina de Suecia, de Rouben Mamoulian, o la imagen límpida de Maria Falconetti en La pasión de Juana de Arco y el cine de Carl Theodor Dreyer forman parte de la cultura cinéfila. Los actores y actrices conocidos desfilan en su carrera con entrevistas a Tilda Swinton, Debra Winger o la productora y amiga Rebecca O’Brien. La amistad con Jack Nicholson también es recordada. El protagonista evalúa a la persona sin crítica negativa, con barniz de diplomacia profesional. |
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La sala de montaje fue su primer contacto cinematográfico en títulos como Caiga quien caiga y Sinbad, hasta ser el montador de A Misfortune, dirigida por Ken Loach. Con él aprendió a separar lo explosivo de lo auténtico. En 1974, produjo en Australia su primera película, Mad Morgan. Regresó a Inglaterra para seguir esta labor con El grito, de Jerzy Skolimowski, ganadora del Premio del Jurado en Cannes 1978. El éxito generalizado de una carrera floreciente llegó en 1986 al producir El último emperador, de Bernardo Bertolucci, ganadora de nueve Óscar incluyendo Mejor Película. La dirección dejó de resistirse en 1997 con Todos los animales pequeños, al mando de John Hurt y Christian Bale. Su trabajo con los grandes es compartido por la admiración a Melville. Esta vida de cine es una historia complaciente que acerca el trabajo de un nombre clave para el celuloide, sinónimo de la palabra galardón. |
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