¿Qué tienen en común un rapero, un aspirante a contable y un cantante de ópera con cualidades escondidas? Según Claude Zidi Jr., entusiasmo para alcanzar el podio de la música clásica. Las tres personalidades sufren un proceso de adaptación a lo novedoso que culmina con el descubrimiento de la magia operística. La
batalla de gallos aparca su protagonismo para entrar en otro club musical más selecto. El cuadrilátero discotequero encuentra en estas competiciones la pugna entre la pericia improvisadora y el
kao verbal. La ofensa vale mientras rime. Antoine Zerkaoui (o MB14) se aparta del icono barrial sin renunciar a su atmósfera callejera, cercano a la solidaridad grupal. El hermano mayor es una figura paternal que se deja la piel para proteger al único pedazo de familia con quien vive. Las peleas ilegales hacen de los puños un negocio y modelo de supervivencia. El honor de la victoria en esta disputa no es el mismo que el respirado en los enfrentamientos de rap donde el ingenio de Antoine se desata. Los personajes de una comedia sin pretensiones están unidos por la juventud y la expresividad asonante para demostrar que están vivos.
Tenor no intenta diseccionar ni denunciar la convivencia en el gueto. Es la lucha de alguien que sale de los suburbios parisinos para acceder a una cultura filarmónica refinada. A la
Ópera Garnier no accede cualquiera. En la sala donde se imparten las clases de canto (el Grand Foyer), el éxito se consigue con el sacrificio. Sobre la lona, sin dolor (físico) no hay ganancia. El cameo de
Roberto Alagna cantando en solitario sobre las tablas de la Ópera de París es un lujo. El recuerdo a
La Traviata o
Turandot estremece. El bel canto se impone al rap con referencias mínimas a
2Pac.