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LAS VOCES DEL SILENCIO

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Histórico

 

CAOS Y CAUDILLISMO INFORMATIVOS CATALÁN
Desbarajuste ante las primeras informaciones sobre la declaración de la DUI

JGS

El sentir de la manifestación del 8-O en Barcelona
 

La actualidad en Cataluña pende de un hilo llamado Govern. Carles Puigdemont está dispuesto a proclamar la declaración unilateral de independencia y todos contemos la respiración. Unos más que otros: los políticos desconcertados, los periodistas, desbordados por la avalancha de noticias sin contrastar que salen de los despachos. Los privilegios informativos han sido restringidos, las filtraciones también; la espera es universal. Hace minutos que la prensa internacional aguarda la presencia de Puigdemont. Todo sigue igual, como la canción. El comienzo de la comparecencia se antoja caótico, el despliegue periodístico también. Se anuncia el retraso de una hora en su aparición por contactos internacionales o para ganar minutos. Oriol Junqueras no da la cara, nadie quiere jugársela. Xavier Albiol se muerde las uñas devorando la impaciencia con risas internas y seriedad exterior; Miquel Iceta busca detener el tiempo. La espera cada vez se hace más inquietante, la polémica se junta con las especulaciones y la magnitud de los malos pensamientos engorda. Las quinielas se disparan, el nerviosismo aumenta hasta dimensiones apocalípticas. Se respiraba un tengo miedo interno inconfesable dentro del Parlament. Parece 1936 o ¿estamos en noviembre de 1975? Pesadilla.

Puigdemont está jugando con la intranquilidad de 7 millones de personas. Su minuto histórico pasará a los anales del tebeo político menos ingenioso como la desfachatez del presente anárquico. Este caudillismo informativo se ha convertido en secuestrador del momento. ¿Será que el conseller está luchando contra la calavera de su Hamlet o desojará embelesado una margarita mustia en el jardín de su comedia? ¿Permanecerá a la espera de una llamada divina que le saque las castañas del fuego? ¿O la posición negociadora ha comenzado en esas esferas oscuras? Mientras, crece el beneficio de la duda y el nerviosismo general; espectáculo bochornoso. Esto sí que es una desconexión en toda regla. No puede existir una mediación secreta entre instancias políticas porque una mediación implica la existencia de dos partes en conflicto; aquí no se ha dado eso. Igual Puigdemont se siente presionado o está reservando por internet dos billetes con tarifa reducida a un paraíso escondido.

Pablo Iglesias, Podemos, ha sido de los primeros en hablar y dice que no se ha producido la DUI. Esta declaración esconde querer sacar rédito del conflicto generado. Se ha mojado sin empaparse. Puigdemont ha asumido los resultados del 1-O sin torcer el brazo independentista, apuntando hacia la negociación como segunda etapa para conseguir el autogobierno.
Al no darse la DUI, la gente abandona la Plaza de Cataluña porque no han recibido la noticia que esperaban. La rabia de los más jóvenes y la decepción adulta reflejan empeño luchador para conseguir la república catalana. Puigdemont ha sabido inocular el veneno de su referéndum imaginario y los cuatro dedos del independentismo catalán son un puño en alto férreo.
El victimismo, harto repetido, en las palabras de Puigdemont es un ataque frontal contra la verdad. De la ilegalidad quiere saltar a la legitimidad en la resolución de un conflicto caliente. Dice que Cataluña se ha ganado el derecho a ser escuchada; ¿qué parte catalana? ‹‹Hemos hablado alto y claro››. Algunos catalanes han votado en unos comicios ilícitos y Puigdemont propugna llevar al Parlamento la entidad soberanista. Puigdemont exige un estado independiente que se trasforme en república sin conocer los resultados de esta pseudo votación. Lo firmado no tiene validez, es otra argucia de ingeniería política para ganar tiempo en su perversidad medieval. Esta borrachera promete una resaca indefinida. La ficción traiciona al sentido común, la fatiga política se deja sentir y Puigdemont erre que erre. El liderazgo catalán necesita una renovación con nombres y apellidos. ¡Així no president , així no!

Si se abre el diálogo sosegado, la paz tiene andado la mitad del camino. Ahora, más que nunca, no se puede abandonar a Cataluña. Hoy estamos como ayer: veurem, veurem, veurem.

 


JGS

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