Tramperos a la caza del voto útil e indeciso, del miedo. Pablo Casado se agarra al SMS como estratagema final para pedirlo. Las formaciones persiguen a los indecisos con banderas distintas que arropan una misma nación. Son pentagramas que lanza notas democráticas con ritmo patriótico. La cultura del adoquín se impone. Cataluña se debate entre el Niño y el Tsunami. La extrema derecha no se siente aislada; se acerca sin miedo; se impulsa como un Sputnik antisoviético pro Salvini. Su indecencia es psicotrópica. El fascismo que predica con sotana urbanita prohíben por decreto interno aunque ha descubierto que es legal prohibir las prohibiciones prohibitivas.
El enfrentamiento aleja dentro y fuera del hemiciclo. La kale borroca, ahora, se llama independentismo para el PP. La fiscalía depende del Gobierno, dice Pedro Sánchez. Hay una conjura para bloquear en vez de moderar. El absolutismo del poder único está ahí. La hegemonía bipartidista certifica su desaparición. A ver que pasa. Los vivos reaniman el protagonismo de los muertos. Las heridas de guerra se enquistan por exhumar tumbas dictatoriales. Los progresistas de izquierda lo usan como arma electoral porque podemos. ‹‹Ser independentista es como ser del Betis››.
La insignia de la lucha contra la corrupción se ha enrobinado. La guerra de banderas se tiñe de colores radicales. Los candidatos son memes icónicos de épica mitinera. Las siglas mandan, las ideas sensatas se desvanecen. Las redes sociales enmarañan con objetividad narcotizante mientras esconden a los cobardes. Una opinión en twitter vale más que un voto. Para algunos, informar es manipular y gobernar, bloquear. El dúo Presuntos Implicados canta cómo hemos cambiado, las opciones mayoritarias lo sienten pero no lo dicen. Fuegos artificiales o pólvora mojada, águilas o buitres. Es el teatrillo democrático convertido en orquesta del Titanic.
Las quinielas admiten cualquier apuesta. Los partidos son camadas que se cruzan con quien sea para alcanzar el poder. La llave de la gobernabilidad se ha convertido en una emergencia climática. El baile de siglas admite matrimonios hasta ahora impensables. La suma de las derechas asusta, las izquierdas desconciertan. La primera reforma a enmendar: el hartazgo del votante. Un acuerdo progresista con PSOE, Unidas Podemos y Más País; una suma de PSOE y Ciudadanos; el bloque de derechas con PP, Ciudadanos y Vox; la moción de censura formada por PSOE, Unidas Podemos y fuerzas nacionalistas e independentistas. Conjeturas sobre un tablero de operaciones tornadizo.
Es momento de reflexionar la opinión, de aislarnos en la guarida de la conciencia y pensar lo que se va a introducir en la urna. Su sentido y su utilidad. ¿Apartaremos el corazón, nos dejaremos llevar por lo visceral o mezclaremos los dos elementos en un batido de sabor tan explosivo como desconocido? |
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