El joven Arthur está feliz porque ha llegado el momento justo y deseado que le permitirá regresar a la tierra de los Minimoys. Añora el reencuentro con la princesa Selenia, pero una serie de coincidencias lo llevarán por sendas de peligrosa aventura. El malvado Maltazard tratará de impedir la consecución de sus planes. |
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Rodada combinando acción real e imágenes de animación en tres dimensiones, Besson nos presenta en esta película, la segunda parte de Arthur y los Minimoys, una aventura que no consigue alcanzar a la primera ni en interés ni en presentación. Esta entrega comprende, en realidad, la segunda y la tercera parte de la saga, rodadas contemporáneamente pero, presentadas en dos cintas por separado. Aparentemente, el metraje se hizo demasiado largo para una sola historia y decidieron dividirla en dos. Parece que el director ha cometido un error del que, creo, ya se está arrepintiendo. Y es que, el final de la venganza de Maltazard, con ese corte tan violento, nos deja bastante frustrados: es como si, en medio de un sueño plácido, te despertaran de un mazazo. De poco sirve estar prevenidos, un palo es un palo.
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Aunque lo que el espectador busca en una película de animación es fundamentalmente la parte de dibujo, aquí el espacio rodado con interpretación real se sobrepone al mundo animado en presentación caricaturesca. Los esperpénticos personajes del padre y la madre, tienen cierta gracia y se desenvuelven de maravilla en unos decorados abigarrados y coloridos. |
El mundo de los minimoys es un hervidero de personajes deambulando por decorados espectaculares y brillantes, tanto en el remedo de una naturaleza exuberante como en las escenas urbanas. En cuanto a los protagonistas del piso inferior, hay algunos con entidad propia, casi siempre secundarios, y otros, los principales, de los que se echa en falta una personalidad más definida o quizá con más atractivo: aún siendo dibujos se hallan desdibujados. Así encontramos a una Selenia sosa, tonta y carente de influjo.
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Sin negar la belleza y complejidad de los dibujos, resultan en ocasiones un tanto encorsetados. En algún momento da la impresión de contemplar
a un Arthur enano que aparece como encerado, plastificado, enjaulado en su cuerpo de muñeco. |
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Besson es mucho mejor cineasta que lo demostrado en la segunda parte de Arthur. No nos ha contado una historia redonda, con su principio, su desarrollo y su fin. Se ha limitado a presentar una serie de anecdotillas que no son suficiente como para conformar una historia completa y satisfactoria. Nos ha repetido mucho de lo que ya sabíamos y se ha entretenido demasiado en cosas intrascendentes que no abocan a nada concreto. Nos deja ante un Maltazard que no ha sido capaz de producirse en su faceta de malo y con un corte interesado y brutal como epílogo. Aunque queramos perdonarle el desliz, su final es casi infumable. Quizá la tercera parte de la serie logre salvar este escollo y nos aporte el nudo y el desenlace que echamos en falta en esta. |
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Besson es más que Arthur y la venganza de Maltazard; sin duda. |
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