Sin alcanzar el éxtasis, acaso no lo pretende, El malvado zorro feroz llega el corazón con la ternura de imágenes sencillas que palpitan con humanidad cercana. Busca el alejamiento intencionado de la pulcritud con que Ernest y Célestine nos enamoró y sigue conquistándonos. Esta aproximación al mundo de la fábula se acerca a la realidad con carácter de cuento en un lienzo que recuerda la firma de Walt Disney mientras se aleja del trazo impoluto animado por ordenador. Es una obra próxima gracias a pinceladas de humor y amor en las que sus protagonistas comparten el fracaso de manera espontánea y comprensible. Siendo esta candidez el pulmón aventurero que huye de lo rebuscado, los personajes crecen en la narración de un imaginario convertido en cotidianeidad imprevista. Esta vida ajetreada se tercia amable sin que el nerviosismo lleve al pánico; se convierte en prueba a superar mientras el deseo personal cede el paso a la preocupación familiar sin intención moralizante. |
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Aunque unos metan la pata con facilidad y otros domestiquen su escaso instinto salvaje, la locura pintoresca fluye y confluye dentro de un mundo campestre destinado a propiciar sonrisas terapeúticas. Mientras unos caminan por la responsabilidad paternal, otros meten la pata con dulzura: desde un zorro meritorio, un lobo manipulador, gallinas empoderadas, un perro holgazán, un pato loco, un cerdito maduro hasta ese conejo tan angelical como pazguato. Porque si algo les sobra es buen corazón y maldad caricaturesca. La imagen artesana se deja achuchar como peluche huérfano en tres cortometrajes que no ignoran, dentro de su belleza infantil, una reflexión a cerca de la paternidad, el tesón y la confianza. Tres piezas de orfebrería cautivadora por la espontaneidad que inspira más cariño que miedo. El miedo al ridículo queda invalidado. La música corretea entre travesuras dando vida a historias convencionales que destapan su particularidad. La dirección compartida de Patrick Imbert y Benjamin Renner transforma el instinto animal en bondad humana con una calidad ilustrativa colorista. Las estrellas de este tríptico animado alimentan el calor de un mundo granjero con la inocencia de quienes consiguen que el bien salga adelante. La personalidad cariñosa de esta tira cómica dulcifica una acuarela visual con suavidad pintada a mano. |